Prologo:
transgresión
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omo café en total tranquilidad como siempre
en mi silla, el lugar más apacible que allá conocido, junto a una fogata
acogedora como ninguna, las ventanas yacen cerradas bajo las suaves y rojizas
cortinas que siempre me han gustado. Una vida pacifica en un mundo que
difícilmente lo es. Vivo en mi taberna en la región de Arbores, uno de los
pueblos en los que casi no quedan elfos,
la mayoría no soportan tener que subordinarse a los humanos y prefieren ir al
bosque o al subterráneo donde están relativamente lejos… pero a veces ni ahí lo
están, solo veo unos pocos entre la densa multitud de este pueblo diariamente, ¿pero
qué se puede pedir cuando el gobierno es tan estricto para mantener definido
quien es el jefe?, la mayoría no puede ni cuestionar las leyes sin sufrir un
severo castigo o la muerte. Si no van a los bosques; simplemente se mudan a
otro lugar pero casi todos son iguales a este, en la mayoría de casos, habitan
en las ciudades subterráneas, mientras nosotros estamos en las campiñas verdes
de la superficie. Y hasta la vida para los humanos tampoco es perfecta, los impuestos
por mercancías nos dificultan la vida a los comerciantes establecidos, los
salarios son justo para lo básico, nadie al menos casi nadie puede llegar a
amasar la gran cosa en dinero con estos ambientes tan rígidos.
Mi
taberna es un lugar donde muchos pueden escapar de las tensiones de la vida
diaria con buenas bebidas, algunos juegos y una buena cháchara para terminar el
día. También es una excelente posada para los viajeros, no es la maravilla pero
es cómoda y cálida, compuesta por piedra y madera como el resto de los
edificios en los al rededores, suelo tener muchas visitas del exterior debido a
que está situada en las afueras del pueblo.
La gente como siempre a estas horas de la
temprana noche esta en el área común donde gozan de conversaciones, alcohol y
de mas, estoy ajeno a eso en mi habitación acogedora junto al fuego, pero…
irrumpen en mi puerta de pronto.
-Erik hay unos sujetos afuera que tienen
problemas con un cliente-dice el tipo, es el cantinero y si él lo dice debe ser
malo.
No pierdo un segundo, me levanto y corro a
toda velocidad al área donde atienden a los clientes, cuando bajo las escaleras
descubro la gran sala repleta de mesas y la cantina con bebidas, así pues como
a los que habitan el sitio.
Todos tienen la atención enfocada hacia una
de las mesillas en el centro, dos tipos yacen encapuchados junto a ella y mirando
al par de clientes sentados en la misma. Los cobradores se cubren con largas
túnicas negras, hombreras bien sujetas a estas y sus rostros no quedan visibles.
-os hemos dicho que nos paguéis-indica uno.
Uno de los que están sentados los mira con
desaprobación, y el otro sonríe confiado. El primero es de tez negra, facciones
gruesas, muy fornido y viste ropa para trabajar en el campo, cabello oscuro y
corto, el otro es más claro de piel, contextura más fina que el anterior hasta
el rostro, largos cabellos ondulados y viste como el otro tipo.
-no me da la gana de pagaros-responde el
negro
-¿y qué haréis?-agrega el otro.
Tengo un mal presentimiento, no es bueno
provocar a tipos de esa pinta, me empiezo a poner nervioso.
-una última advertencia-dice el segundo
sujeto de túnica.
-¿qué haréis chiquillo?-dice el negro y se
pone de pie frente al primer cobrador de forma intimidante por su altura, con
velocidad casi imperceptible el sujeto de la túnica abre su vestidura y deja
ver lo que trae, usa armadura de placas, una en la parte superior del pecho,
otras de braceras, en los muslos, las piernas y unas botas de placas flexibles,
debajo de ellas viste una malla metálica, la del torso es tan larga en su parte
inferior que la malla sobrante baja hasta las rodillas protegiendo esa zona, tiene
una espada sujeta a su cintura por una correa de piel marrón.
El chico desenfunda el arma y atraviesa sin
más al campesino osado de tal modo que la punta de la espada se puede apreciar
en su espalda, todos se exaltan, el tipo con la espada en su pecho esta en
shock mientras la sangre brota de su herida mortal, los presentes están
demasiado pasmados para hacer nada.
-que patético, esperaba más-dice el que
utiliza la espada, entonces se separa y extrae el arma permitiendo al hombre
caer al suelo y desangrarse.
En la mesa junto al hombre restante yace una
bolsa de dinero rebosando, el en su estado de pánico agarra el botín y trata de
huir pero una flecha atraviesa su talón, frustrando el escape y dejando a todos
perplejos una vez más. El sujeto cae con un bramido de dolor.
-genial-comenta el de la túnica restante,
ambos se bajan la capucha y la taberna entera se estremece por el impacto de la
sorpresa.
Son…. ¡elfos oscuros! blancos como un
fantasma, sus cabellos negros que caen sobre sus rostros los cuales son muy
finos y hermosos en los términos femeninos de belleza masculina, ojos azules
como joyas, labios carnosos y sus orejas alargadas y delicadamente finas que
los caracterizan. Se diferencia porque el que yace ocioso mirando al hombre con
el talón atravesado, lleva fleco a la derecha y el que posee el arma
ensangrentada lo lleva a la izquierda, no esperaba ver gemelos elfos y menos
oscuros por aquí.
El del fleco a la derecha avanza y aplasta la
mano con la bolsa de dinero, el hombre grita de modo horrible, otra flecha
vuela de la nada y le atraviesa el cráneo silenciándolo. El elfo con la espada
avanza y le quita la bolsa al muerto, el otro ríe un poco entre dientes con
ademan complacido.
-que fácil-dice alguien, todos miramos hacia
el origen de la voz femenina, encontramos algo inesperado, en el local hay una
puerta trasera y la chica sale del pasillo que nos lleva a él.
La tipa es algo más baja que los elfos
oscuros, viste similar a ellos, túnica negra con armadura de placas y malla
debajo, solo que la armadura del pecho está adaptada para su silueta femenina,
el hermoso cabello de la chica rebosa por la capucha, en su cinturón de cuero
lleva una daga y tres bolsillos, porta un arco largo y carcaj para las flechas
en su espalda, parece que la capa tiene agujeros para que las tiras de cuero
puedan pasar y cruzarse en medio de su torso y así sostener el carcaj. Los
elfos sonríen ampliamente, la mujer se baja la capucha ¡y también es un elfo!
Comparte las características de los otros dos, blanca, cabello negro y ondulado
muy largo, ojos rojos, cara fina, labios carnosos, una atractiva silueta
visible bajo toda esa armadura y las orejas largas y algo más finas que las de
los otros dos, deben estar emparentados.
-tengan presente que si hacéis negocios con
nosotros y no pagáis lo pagareis con el dinero y vuestras vidas si hace falta-nos
anuncia la elfa oscura.
La gente en la taberna no puede mover un
musculo siquiera, el ruido de tropas caminando en formación contamina nuestros
oídos, vienen hacia acá y no parecen dispuestos a detenerse, los elfos se ponen
en guardia, el sujeto muerto que solía tener piel oscura trae una gran espada
filosa enfundada en su espalda, el elfo de fleco derecho se mueve a su lado con
apuro y agarra el arma.
-creo que esto es nuestro-dice.
-ya vienen-incluye el de fleco izquierdo.
-¡vámonos ya!-grita la chica, ellos asienten
y corren hacia la puerta de atrás, momentos después un grupo de soldados
irrumpen en la taberna.
¡Pero qué mierda fue eso! Hace años que no
veo elfos oscuros pasar por aquí. Además…
los elfos oscuros normales, tienen la piel azulada pero ellos la tienen blanca,
es extraño, pero no puedo ignorar lo difícil que debe ser su vida en estos
momentos. Cuando la gran mayoría de los elfos vive apiñado en las ciudades
subterráneas que quedan aun en Elion, por las dificultades e incomodidades que
acarrean la vida por estos lares.
1-Los
elfos de la oscuridad.
C
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orremos con nuestras vidas en juego, sin dar
pausa, ¿acaso cobrar una compra es un crimen? Parece que si, según los
criterios de estos humanos, de acuerdo, fue algo extremo lo que hicimos, pero
si no nos pagaba era lo mismo que robarnos, y no tenía razones que lo
justificaran, con seis bocas que alimentar no podemos dejarnos salir por ahí a
regalar armas que tanto nos costó encontrar.
En la parte trasera de la taberna hay una
enorme cosecha con quizás un kilometro de extensión, cubierto de trigo, nos
fundimos con este y aceleramos el paso. Puedo oír a los soldados moverse, no
nos atraparan vivos, jamás, ese es nuestro lema, luchar por nuestros derechos
hasta la muerte, voy en la retaguardia con mis hermanos al frente.
-¿Cassius creéis que nos alcancen?-me pregunta
mi hermano gemelo masa delante con voz algo fatigada.
Vuelvo la mirada hacia atrás y veo unas
lejanas luces ardientes, no se rinden
-no, pero están muy cerca, a este paso
saldremos antes que nos alcancen-respondo y vuelvo a mirar al frente.
La
diferencia entre él y yo es solo una, que yo uso mi fleco hacia la derecha y el
a la izquierda, a pesar de nuestra piel blanca, somos maestros del sigilo, casi
como ninjas, nuestra ropa negra es un excelente camuflaje para las
persecuciones como esta, que surgen de vez en cuando.
-Cassio creo que no debimos dejar a nuestros lagartos
tan lejos-comento a mi hermano.
-es tarde para pensar en eso, subíos las
capuchas-ordena Renna nuestra hermana mayor, cubre su cabeza con la capucha y
nosotros la imitamos sin replicar.
Hay una colina más adelante, subimos a ella y
nos escondemos en el bosque frondoso. Volvemos donde dejamos nuestros lagartos
esperándonos, ellos están junto a una roca, son altos con patas traseras
aerodinámicas y fuertes, colas largas, brazos delanteros con garras como
ganchos afilados, cabezas delgadas pero finas acompañadas de dientes aserrados,
uno de los rasgos más atemorizantes de los lagartos subterráneos. Llevan en sus
lomos todo lo que tenemos, un gran equipaje apiñado y atado a ellos con todo
tipo de objetos. Armas, ropa, joyas, comida y artículos para acampar ya que lo
hacemos a menudo. Tienen sillas sujetas firmemente tras su cuello. A diferencia
de otros monstruos de carga ellos miden den casi el doble que nosotros.
-¡rápido!-exclama Renna cuando nuestros lagartos
nos ven y corren hacia nosotros, mi hermana salta y se sujeta de la bestia, de
un impulso cae sentada sobre la silla.
Cassio y yo seguimos su ejemplo, una vez
sobre nuestras monturas, corremos sobre ellos lejos del peligro. Meto el arma
que recupere en el equipaje y cabalgamos a algún lado.
-¿dónde iremos?-pregunto inquieto.
-no hay tiempo para ir a alguna posada, pero
vi un lago más adelante-empieza Renna sin quitar la mirada de camino-podemos
dormir ahí y luego partir al pueblo de Elios de dragón, que no está muy lejos.
-claro, aun tenemos un asunto ahí-dice Cassio
algo enojado
Un maldito vendedor estafador, nos vendió un
hacha, pensábamos revenderla por algo más de dinero en el bazar llameante un gran mercado. Solo hay un problemita, la puta
hacha tiene el mango defectuoso, tanto que se le cae la cabeza, no podemos
vender eso, ni locos, destrozaría nuestra reputación de comerciantes nobles y
honestos. La compramos por 200 monedas de oro, es lo mismo que nos cuesta todo
un mercado de comida para una semana dejándonos saciados. O tal vez unas
confortables noches en posadas decentes, comerciar es nuestra forma de vida. Solíamos
cazar pero aun así, debemos tener productos que nos permitan cocinar algo
delicioso.
Estamos desesperados por conseguirnos una
vida estable, en un lugar permanente, solo que eso ocurrirá algún día, no muy
pronto pero pasara, solo que ahora tenemos a un país repleto de agitadores
contra el régimen de los Celestes; así
se hacen llamar los humanos que nos dominan en su régimen de mierda, nosotros
somos agitadores también, queremos ver derrocado al gobierno. Y estamos por
unirnos a la revolución. Nuestro país: Elion está al borde de la guerra, pronto
dará comienzo y queremos ser parte de ella, así sacaremos buen provecho….
Estamos cansados de sus abusos contra nosotros, porque lo han hecho desde que
éramos niños. Hace 7 años…. que viajamos a nuestra suerte, desde que nuestra
aldea fue arrasada, obligándonos a ver cómo era consumida por las llamas hasta
volverse solo un recuerdo, perdimos todo lo que teníamos y conocíamos ese día,
fuimos unos de los pocos sobrevivientes. Quedábamos nosotros a duras penas… desde
ese día los elfos juramos venganza, que en algún momento pagarían por eso. Fue
el instante en que el reino se partió a la mitad y la pesadilla de Elion
inicio, el momento en que el régimen de los Celestes tomo el poder, dejando un
lado de Elion sometido a su mandato y la otra mitad gobernada por nobles
poderosos que gracias a su tenacidad no fueron doblegados. Actualmente Cassio y
yo tenemos 17 años y Renna 18, aun somos nómadas.
Solíamos cazar de niños, muchas veces
llevamos comida a la mesa obligados por nuestro padre, pero estos años nos han
vuelto aun más diestros y duros de lo que éramos.
Mi lagarto es negro, con un cuerpo musculoso,
ojos rojos y escamas protectoras, su nombre es Blendo, lo he tenido desde que
éramos niños. El de Cassio es Bledy, del mismo color, no sabríamos
diferenciarlos de no ser por sus colores de ojos, los de Bledy son verdes, a
diferencia de Blendo. El de Renna es Asra, es hembra, color un poco más oscuro
que el de la hierba, y le llaman Asra por asta, ya que tiene un cuernito poco
antes de su nariz.
-¿qué hora es?-pregunta Renna
-cerca de medianoche, ¿cuánto falta?-responde
Cassio.
-un poco más adelante-dice Renna y alza la
vista-llegamos.
Al fin, la salir del espeso bosque
descubrimos una ciénaga, con un hermoso color a la luz de la luna llena, ojala
no encontremos hombres lobo. La verde vegetación que la rodea es ideal para
dormir, los arboles respetan algunos metros del espacio del lago, cosa que es
muy conveniente. Nos movemos con más calma y nos detenemos a la orilla del
agua, las luciérnagas dan la bienvenida bailando de un lado al otro. Bajamos de
las bestias y miramos el paisaje.
-será cómodo dormir aquí-comento aspirando el
olor a flores y humedad.
Cassio desmonta lo necesario para hacer la
cena, y yo las bolsas de dormir, Renna enciende el fuego y trae un par de
troncos para sentarnos, los encontró a pocos metros de aquí, por lo que no fue
esfuerzo, la fogata es reconfortante mientras arreglo las bolsas de dormir en
torno al fuego, los lagartos toman asiento tan cerca como pueden. Renna cocina
pescado como brocheta. Debido a la hora no podemos hacer algo mejor, Cassio
saca su espada y limpia la sangre con un pañuelo.
La hoja posee bellos dibujos elficos desde la
empuñadura hasta la punta, cumplí mi tarea por lo que disfruto del sitio. Huelo
flores, me pongo de pie llamando la atención de mis hermanos.
-¿pasa algo?-dice Renna aun mirando el
pescado
-no, voy a mirar el lugar-anuncio y miro a Cassio,
el ya termino con su espada-¿venís?
Guarda su arma y se levanta. Buscando donde
sentarnos nos topamos con flores cerca del lago. Encontramos algunas al
comienzo de la vegetación de la bosque, me inclino y tomo una, una anemona, hermosa
con pétalos purpura claro.
-linda-comenta Cassio en tono de admiración
-lo sé- digo y aspiro el dulce aroma de la
flor
Él se sienta a mi lado y mira las plantas con
vehemencia. La noche esta algo pacifica, solo se escuchan a los grillos y a
algunos pájaros cantar.
-¿qué pensáis sobre esto? Sobre la opresión,
sobre la miseria de la superficie y que toda esta mierda sea culpa de los
Celestes-pregunto.
-que… tiene que acabar, tarde o temprano, sabéis
que no somos los únicos hartos de esto, han convertido nuestro reino en una
mierda. Han roto todas las reglas del gobierno eliones una por una-responde
algo indignado.
-sí, cada una, comenzando por castigar por
razones estúpidas, limitar nuestros derechos, los impuestos de compra y venta,
parece que lo que buscan es que, los elfos les teman, pierdan su orgullo para
ser sus esclavos-expreso-aunque ya no seamos la mayoría en la población.
En la época anterior a esta, los elfos
oscuros aplicaran siempre castigos brutales a los criminales, lo hacían para
mantener el orden y funcionaba perfectamente, nadie se atrevía a cometer actos
viles por miedo a los prefectos. Pero los Celestes no lo hacen para mantener la
seguridad, su idea es que les temamos y nos postremos ante ellos, así que
buscan incluso razones inventadas para castigar. Cassio asiente y mira al
cielo. No seremos sus esclavos, nadie en este reino esta acostumbrado a ser esclavizado,
cuando durante siglos fuimos nosotros los que tuvimos a nuestros rivales sirviéndonos
y temiéndonos luego de atreverse a transgredirnos. Dominamos durante siglos
esta tierra y lo volveremos a hacer.
-pero eso solo ha avivado las ganas de
venganza, gente como nosotros, que perdió todo, no están dispuestos a ver cómo
nos abofetean y escupen, como si fuéramos escoria, este es nuestro hogar y
ellos lo invadieron, además, ni siquiera han respetado una pisca de nada, profanando
los templos, el subterráneo o las relaciones con los seres bosques…- el olor de
las flores me tranquiliza antes de que yo agregue:
-no solo los elfos, muchos de los seres
feéricos están pasándola mal, el bosque desaparece rápidamente, a los Celestes
no les importa los que vivan ahí, después de todo solo somos una colonia…. Y quizás
este lugar desaparezca pronto del mismo modo que el resto -soné melancólico, la
idea de que destruya este lugar es indignante.
Él toma una flor y la huele antes de que
volvamos con los demás, Renna acaricia a Asra en la cabeza, Blendo y Bledy
duermen y la comida esta lista sobre un pañuelo en la grama, Cassio y yo nos
sentamos en un tronco, tomamos la comida y saboreamos el pescado frito.
-¿no vais a comer Renna?-pregunto.
-ya comí, me daré un baño-anuncia y se va.
Engullimos
el pescado y nos metemos en nuestras bolsas de dormir, siempre nos dormimos tan
cerca los tres y de nuestros lagartos como podemos.
Es cosa de necesitar sentirnos seguros, así
podemos estar convencidos de que estamos juntos aun. Pues nuestro peor miedo es
que alguno desaparezca, ya hemos perdido mucho, no queremos perder a ninguno
mas. A pesar de que Renna aun no ha vuelto el sueño nos asedia.
-donde esta…-susurro débilmente
-dejémosla estar, sabe cuidarse sola, dormid Cassius-asegura
Cassio cerrando los ojos.
Sigo su ejemplo y duermo.
A la mañana siguiente los primeros rayos de
sol me despiertan y aun encuentro a Cassio dormir, pero no por mucho tiempo, el
también despierta por el sol matutino, Renna ya no está, su bolsa de dormir
esta corrida, ¿es que nunca puede avisar? Es al menos la quinta vez que nos
abandona así esta semana.
-¿no está, verdad?-pregunta el al notar mi
fastidio por lo monótono de esta rutina.
-no, ya la conocéis, un momento esta y al
otro se evapora en el aire-respondo al levantarme y descubrir a los tres lagarto
aun dormidos. Además para mi alegría encuentro una montañita de vallas de mil
colores.
-perfecto, se molesto en traernos el desayuno-comenta
Cassio al levantarse igualmente.
Salimos de las bolsas y nos sentamos
alrededor de las vallas, no dudamos y comenzamos a comer de una en una, pero
muy rápido. Podrían ser un veneno mortal, pero no nos preocupa, Renna es
especialista en eso, conoce estas cosas como la palma de su mano, ella suele
guardar las toxicas para hacer veneno y otras cosas, ya sea para vender, matar
u otros usos como curar, hacer bombas de humo o causar alucinaciones.
-¿dónde estará?-pregunto aun comiendo
-seguro bañándose, y algunos pervertidos de
por aquí espiándola, ya los conoces.
-sí, esos corren el riesgo de que ella los
despedace si los descubre, solo por querer verla desnuda o cerca de eso.
-no sabemos qué es eso, nosotros no sentimos
necesidad de cometer incesto con nuestra hermana.
Pongo cara de asco a la idea, Renna esta
malvadamente buena pero a mí no me crea ni un mal pensamiento, siendo su
hermano no, pero sé muy bien que a los demás si se los causa, y muchos…. solo
que ellos se acercan de la manera equivocada, si no saben cómo tratarla… solo
consiguen una patada de su parte.
-¿hablabais de mi?-escuchamos y nos volteamos
al instante, Renna estaba mirándonos, trae su espada corta en una mano,
soltando sangre de ella, y una bolsa en la otra.
-algo así-empiezo y miro el arma en su
mano-¿paso algo interesante?
-fui por comida, pero solo encontré a un hombre
que se creyó más peligroso que yo y me ataco-contesta ella y levanta la
bolsa-traía esto, tiene oro- lo lanza junto a nosotros.
-que estúpido, bueno, al menos tenemos algo,
el oro no es dañino -dice Cassio sonriendo y tomando la bolsa.
-exacto, será muy bueno para conseguir
información, nada es mejor para eso que un exquisito y delicioso soborno-digo.
Renna se estira y guarda su espada corta, Asra
despertó y se pone de pie, sin notarlo ya nos acabamos las vallas, Cassio
suelta un bufido de exasperación por ello y yo frunzo el ceño.
-aun tengo hambre-comenta Cassio
-yo también.
Renna dobla el gesto
-¿entonces qué mierda esperáis? Levantaos y
vamos a Elios de dragón, hay conseguiremos mas comida y cobraremos al truhan-expresa
ella y nosotros sin replicar nos levantamos rápido.
No hacen falta más palabras para que
empecemos a recoger las cosas, su forma de hablar es el mejor estimulo para
trabajar rápido, así pues, cuando empacamos todo rápidamente subimos a bordo de
nuestras bestias y corremos rumbo al pueblo.
Nuestra hermana es nacida para ser líder,
ella nos ha ayudado a mantenernos firmes, siempre ha sido fuerte ante todo, es
casi nula la posibilidad de que vacile, infunde miedo y obediencia entre los
demás, hombres y mujeres, siempre he admirado eso, esa forma tan segura con la
que habla es una de las razones por las que siempre la obedecemos y seguimos
donde vaya. El viento da contra mi rostro mientras surcamos el bosque hacia la
población.
Incontables horas después finalmente esta se
asoma, está cercada del bosque por una muralla de madera de unos cinco metros
de alto, casi no se ven los edificios que resguarda, el portón de madera
siempre está abierto, bajamos la velocidad al cruzarlo debido a la
concurrencia, toda clase de gente pasa por las calles, los edificios son de
piedra, la mayoría de unos 6 metros de alto y tres pisos, cuatro como máximo,
en la planta baja normalmente hay ventas de comida, y toda clase de negocios,
muchos son solo casas y algunos hoteles.
Estas calles son un fastidio cuando vas
montado en algo grande, algunas son más anchas como para ser cómodo, pero otras
no mucho.
El
ruido es ensordecedor, todos hablando y caminando a la vez, subo la mirada a
los techos de madera y piedra, luego las ventanas en cada piso y no puedo
esperar para ver al anormal que nos estafo. Lo que más desprecio sobre este
mundo es eso, un estafador, que se aproveche de los que no tienen mucho, no
hablo de nosotros, vivimos moviéndonos, pero vivimos bien sin embargo. Todas
las calles llevan a la plaza central, finalmente llegamos, la plaza es
definible gracias a la plataforma que la separa del resto, unos mosaicos de dragones
con alas angelicales lo adornan bajo el sol deslumbrante, incomodo para la
mayoría de los elfos oscuros, en el centro hay otra plataforma, pero esta, está
hecha para la ejecución pública, hay orcas y astas contra las que amarrar a los
prisioneros para azotarlos, la visión de eso solo sirve para enojarnos de
manera terrible.
Veo el negocio del sujeto y creo que me
empezare a comportar algo violento, el negocio está en el primer piso de un
edificio no muy distinto al resto, de cara a la plaza, sin hablar estacionamos
a Blendo, Bledy y Asra en fila frente al local. De un salto llegamos al suelo
uno a uno.
-mejor id vosotros, yo podría ponerme muy
irritable-propone Renna acariciando a Asra. Cassio y yo compartimos una mirada
rápida.
-claro-acepto.
-nosotros le daremos el susto de su
vida-agrega Cassio, él va a Bledy y extrae del equipaje el hacha, es
aparentemente normal. Renna sonríe malvadamente y asiente.
-vamos, es hora de darle lo que
merece-anuncio y sujeta el hacha con ambas manos para mantenerla levantada.
-por supuesto-acepta Cassio sonriendo.
-sabéis cómo es: o nos paga o nos paga-nos
recuerda Renna-de uno u otro modo saldremos de aquí con el dinero.
-lo sabemos-le aseguro y tomo la iniciativa
dirigiéndome a la entrada del local, Cassio me sigue muy apegado.
La edificación es de madera con un porche
pequeño y dos escalones en la entrada, solo preste atención a la madera crujir
bajo nuestros pies al acercarnos a la puerta, sin agresión primeramente con una
suave patada hago ceder la entrada y enseguida diviso al despreciable
estafador. Todo es una sala limpia libre de cualquier mueble hasta el mostrador
de igual material al resto del sitio, tras este se encuentra el vendedor
mirándonos pasmado y a su vez detrás de, él hay una gran colección de
estanterías repletas de mercancía, como armas, objetos hogareños, extrañas
sustancias clasificadas en frascos, sacos de cosas que ni sé que es entre otras.
El tipo empalidece al vernos.
-hola, ¿nos recordáis verdad?-empiezo
amigablemente de forma claramente fingida- los idiotas a los que les vendisteis
una hacha defectuosa.
El vendedor no dice nada y Cassio sonríe.
-sí que es defectuosa, tiene tendencia a
perder la cabeza-comenta y entonces nuestro semblante se vuelve muy serio.
-bien, ahora, los tres sabemos que nos
vendiste una porquería, venimos a recuperar el dinero y devolveros vuestra
mierda-expongo mientras avanzo hacia él, mi hermano se queda en la puerta
mirando.
-no, no puedo devolverlo, vosotros debéis conocer
la política de no devoluciones-se defiende el vendedor algo asustado, pongo cara
de matón y arremeto un puñetazo al mostrador estremeciéndolo hasta los huesos.
-claro que la conocemos-digo matándolo con la
mirada.
-pero me temo que nosotros no jugamos a favor
de esa política-completa Cassio frunciendo el ceño- así que pagad de una vez o
sufriréis.
El hombre trata de retroceder pero antes de
ello yo saco mi espada y lo amenazo apuntando directo a la base de su garganta
de modo que queda inmóvil.
-no hemos terminado-le recuerdo en tono
lúgubre-vais a pagarnos o haréis como
vuestra hacha de juguete, no os gustara seguir su ejemplo- los ojos del
vendedor son la definición misma de miedo, volteo a Cassio- mostradle como hará
su cabeza si no paga.
Cassio obedece y pone el hacha de forma
horizontal, cuando eso pasa la cabeza del arma cae como plomo ruidosamente,
aunque por el rostro traumado del vendedor que no se inmuto ante ello
cualquiera creería que el sonido de la caída pasó por oídos sordos. Pero
finalmente, el vendedor junta las manos en un ruego patético por piedad.
-¡lo lamento de verdad! No me lastiméis por
favor, os pagare pero no me matéis-casi llora, Cassio alza una ceja mientras yo
me limito a deleitarme por la suplica humillada de este hombre.
-bien, queremos el rembolso, dadnos 220
monedas como compensación o vuestra cabeza rodara-exige mi hermano con
complacencia en su voz. Bajo el arma cautelosamente.
-sí, sí con gusto-dice sumisamente, busca
algo bajo el mostrador, al volver a encararme me muestra una bolsa de un tamaño
aceptable.
Le arrebato el saco de las manos y solo por prevención miro dentro, veo muchas monedas,
hojeo al tipo. Le sonrió normalmente.
-excelente, si falta una moneda vendremos
otra vez-expreso
El tipo retrocede un poco aun con miedo, pero
antes de que nosotros nos burlemos se escucha un grito agónico filtrarse por
las paredes del lugar. Suena como a ejecución pública, rápidamente junto la
mirada con Cassio quien está igualmente alterado, el tira el mango del hacha
automáticamente.
-¡vamos!-anuncia, asiento y corremos fuera
del recinto solo para descubrir una gran aglomeración de gente reunida en torno
a la plataforma de castigo, Renna yace junto a nuestros lagartos contemplando
el horrible panorama.
Subimos la mirada y vemos lo que pasa, ahí
tres sujetos siendo castigados, la mujer que está atada a uno de los postes de
azotar, apenas respira debido a los latigazos en su espalda, es una elfa
oscura, cabello blanco y piel azulada, no es posible ver sus ojos bajo tanto
pelo. Junto a ella se encuentra a un elfo del mismo tipo en condiciones casi
tan decadentes como ella, es bien fornido de ojos rojos, cabellera blanca y
corta, jadea repleto de marcas sangrantes por doquier, y entonces cuando
miramos al tercero, siento como si mi corazón me hubiera saltado a la garganta.
¡Es solo un niño! De unos 12 años, lleva las
características de los otros dos, de seguro es su hijo, el chico es de
contextura delgada y ágil, con pelo blanco cayendo en mechones por su rostro
fino, pómulos altos, labios no muy gruesos, ojos estrechos de color rojo
carmesí, cejas algo espesas pero no mucho, el niño tan pronto lo vemos recibe
dos latigazos terribles que lo hacen soltar un grito de dolor, eso ya es
demasiado, la furia me consume contra el que ordeno esto, pero más que todo
contra ese verdugo desgraciado que debe medir más de metro 80, cubre su rostro
con una máscara negra y de resto solo lo envuelve un pantalón de cuero.
-¡dejad a mi hijo maldito!-exige la elfa
forzándose al máximo, el otro elfo está demasiado dolorido para hablar, el
verdugo la mira y arremete con su látigo a la tipa que ya está muriendo
desangrada, el niño tiembla por el dolor, muy publico gracias a sus ojos.
Renna va a explotar, lo sé, Cassio está
preocupado por eso, aunque lo que veo es insoportable temo por lo que pueda
pasar si ella interviene. La indignación aflora en el rostro de mi hermana
volviéndose furia ciega, la elfa azotada deja de respirar entonces, desde aquí
veo como su pecho se detiene anunciando que se fue…
-¡mama!-exclama el niño aguantando las ganas
de llorar, el elfo junto a él, le dedica una mirada de dolor al cuerpo de la
difunta.
El verdugo deja a la difunta y se dirige al
niño, ¿qué hacer? ¡¿Que se supone que debería hacer?! Si vamos podríamos
meternos en graves problemas, pero si no, el niño y el que creo es su padre
tendrán una muerte horrible, no puedo creer que nadie en esta maldita ciudad
tenga el valor de hacer algo.
-¡dejad a ese niño!-grita Renna haciendo que
la atención de todos en un radio de quinientos metros se dirija a nosotros.
El castigador mira al niño un momento.
-como queráis-dice y suelta al chico, Renna
corre hacia él, ese engendro tira al niño por la plataforma y mi hermana por
milagro llega justo a tiempo para atraparlo.
El elfo entre los brazos de Renna se aferra a
ella, quien le dedica pequeños dardos de odio lanzados por los ojos al verdugo.
-¡espero que todos ya sepáis el precio de la
rebeldía! Los que se atrevan a desafiarnos sufrirán destinos peores que
este-declara el, entonces encara al tipo en agonía que queda en la plataforma-este
elfo oscuro será ejecutado mañana al amanecer.
La masa de gente empieza a compartir
murmullos entre sí, mierda… Cassio traga con fuerza cuando algunos de ellos
empiezan a clamar por sangre y ansían la ejecución, Renna gruñe y sin soltar al
niño camina de vuelta a nosotros.
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