4-Hospitalidad.
E
|
l clima no favorece para nada, repentinamente
una lluvia torrencial nos azota, corremos a toda velocidad, mientras estamos
muy empapados, además de que la noche es especialmente impenetrable, apenas
puedo ver dónde vamos, el sendero nos muestra a lo lejos unas antorchas… ¿un
pueblo?
-¿qué diablos?-dice Renna cuando detenemos la
marcha para analizar la luz a lo lejos.
Una sombra pasa delante alterando a nuestras
bestias y poniéndonos en guardia. Cassio mira en todas direcciones y Renna
gruñe.
-¡¿quién es?!-exclamo sin quitar la mirada de
los arbustos, la sombra se queda quieta, estoy muy sorprendido de ver que su
figura es femenina.
-¿ninfa?-dice mi hermano extrañado.
La figura en las sombras se acerca
lentamente, no bajamos la guardia a pesar de que no luce amenazante.
-no busco pelear-afirma con voz dulce, la
lluvia sigue cayendo por lo que apenas puedo verla, alzo una mano y recuerdo lo
que aprendí de un brujo con el que hable una vez, pongo todo mi esfuerzo en
encender una flama mágica en mi mano, su luz deja ver a una mujer aparentemente
normal, pero con ojos verdes como hojas, y piel levemente azulada. Cabello
suelto enrulado de color negro, facciones cenicientas, vestida con un vestido
blanco hasta las rodillas.
-¿quién sois?-pregunto esforzándome por
mantener la llama encendida, pero es un esfuerzo enorme si no uso nada como
catalizador; no estoy acostumbrado a usar magia, siento como me agoto
rápidamente.
-soy Minna-responde y nos sonríe-y en efecto
soy una ninfa.
-estad bien Cassius, apagad el fuego-pide
Renna más tranquila, mi llama que sobrevive a la lluvia se esfuma en un leve
quejido, jadeo y tomo aire.
Los elfos no somos seres mágicos por
naturaleza, por lo que hacer magia, es un gran esfuerzo.
-¿no pretendéis engatusarnos no?-digo aun sin
confiar.
Las ninfas son conocidas por seducir a sus
víctimas y devorarlos, por ello muchos evitan sus territorios.
-tranquilos, no tengo en mente tal cosa, solo
jugamos con los que son una amenaza, en especial los humanos, no con gente como
vosotros-expresa con convicción.
No sé si deba confiar en seres inmortales
devoradores de incautos estúpidos, Cassio hace un mohín pero Renna no parece
arrecia a aceptar lo que dice Minna.
-¿y eso de allá es vuestra aldea?-dice ella.
-sí, los elfos a diferencia de los humanos,
son bienvenidos-anuncia Minna con una sonrisa-podéis quedaros por ahora.
-¿deberíamos?-pregunto a mis hermanos, ellos
comparten una mirada veloz.
-si… vamos, la lluvia es insoportable-expresa
Renna, Cassio asiente y mira de reojo a Minna con cierta desconfianza.
-perfecto, seguidme-pide la ninfa.
La respuesta de quedarnos es un tanto…
desagradable, miro a Minna con suspicacia, podrá verse adorable, pero confiar
en la apariencia de una ninfa, es muy peligroso, a veces fatal, Renna también
vigila a la tipa con insistencia, al ver su cara, sé que ella tampoco está
convencida de la razón de esta hospitalidad, solo lo hace porque, es eso, o
pasar la noche bajo esta lluvia infernal.
Avanzamos entre los arboles hacia la luz, al
parpadear varias veces veo una serie de casitas, hechas de madera y plantas, en
torno a un árbol enorme, que también es usado como vivienda, la luces son
perfectamente distinguibles por sus pequeñas ventanas. Como un punto de luz, en
medio de la persistente oscuridad. Varias ninfas caminan por el poblado,
aparentando ni notar la lluvia.
Minna camina hasta una entrada al árbol
enorme, tan espeso, que la lluvia apenas lo penetra, la entrada del árbol
consta de la puerta, rodeada de raíces.
-podéis dejar a vuestros… amigos aquí-dice
ella mirando a Asra con aire de estar maravillada.
Suspiro y bajamos de los lagartos que miran
de un lado al otro.
Minna empuja la puerta, entramos y vemos que
el techo es apenas lo bastante alto para mantenerse sobre nuestras cabezas,
diversos corredores llevan a otras habitaciones, camino con desconfianza en el
recibidor, una mesilla en el medio trae un cristal naranja que imparte luz a
todo el lugar.
-sentaos, ya regreso-dice Minna y sale por
uno de los corredores, hacemos lo que pide y tomamos las sillas de madera a los
lados de la luz.
-¿no esperaremos a que traiga a su legión de
amigas para comernos verdad?-expresa Cassio inquieto. Renna resopla con
molestia.
-no, pero ya sabéis, afuera es más
peligroso-se defiende.
-¿más peligroso que las ninfas?-artículo
lentamente.
-si se quiere, si, pero quien debería estar enojada
soy yo-señala-todas las malditas ninfas son chicas, no hay hombres, así que,
agradeced que cuando menos, podéis admirar lo lindas que son… por fuera.
-bueno en eso sí, ojala que no sean de las
que se juntan con las hadas, odio a esas dos caras-digo con repugnancia.
-igual yo-combina Cassio.
Minna entra en compañía de una ninfa más
alta, de cabellos verdosos, ojos más claros que la otra chica, muy corpulenta,
vestida con un traje de tela y hojas, ella nos mira fijamente, es ridículamente
linda, pero eso no me da confianza en ellas.
-ella es Ámbar, dice que necesita hablaros-dice
Minna, Renna alza una ceja.
Cassio cruza los brazos con firmeza y yo
aprieto los dientes, evitando mirar a los ojos a esa ninfa, solo por si acaso…
-es un placer… ¿qué es lo que quiere?-empieza
mi hermana, admiro que pueda simular agrado con tal efectividad.
-¿vosotros sois elfos oscuros?-pregunta.
-en efecto, ¿por qué preguntáis?
-he escuchado de extraños elfos subterráneos
de piel fantasmal, pero jamás espere ver ninguno.
-¿por qué no podría verlos?-digo vacilante.
-porque… esa raza de elfos… esta extinta hace
siglos-ponemos ojos como platos.
-¡como que extinta! Nosotros estamos aquí
parados todavía-dice Cassio.
-¡exacto! Puede que seáis los únicos elfos fantasmas
que quedan-señala Ámbar.
Hago un mohín.
-¿y vos nos queréis decir alguna otra
cosa?-incluye Renna.
-seguro, escuche de un amigo que unos elfos
extraños salvaron a un niño de ser ejecutado públicamente, ¿eran vosotros?-viro
los ojos a Cassio quien al igual que yo está nervioso.
-seguro, fuimos nosotros ¿y eso que
importa?
-da a entender que seguro no os gusta mucho
el gobierno.
-¡gustarnos! ¡Lo detestamos!-exclamo, Ámbar
sonríe de oreja a oreja.
-eso pensé, solo os traje porque me
parecieron de ese tipo-aclara Minna divertida.
-¿disculpa?-dice Renna.
-pensé que seríais aspirantes a Sol negro.
-¿sois miembros del Sol negro?-quiero saber.
-sí, tenemos la tarea de buscar viajeros que
deseen unirse y acogerlos si les hace falta antes de entrar a la academia-explica
Ámbar interesada.
-pues han dado en el clavo, porque vamos
justo a eso, pretendíamos llegar a la academia, para unirnos-aviso serio.
-en ese caso, quedaos hasta el amanecer,
estaremos felices de ayudaros, Minna llevadlos a su habitación-pide y se va.
-venid-pide la ninfa saliendo del cubículo,
nos lleva hasta la salida de un corredor desde el cual subimos por una escalera
de caracol, al llegar a uno de los pisos más altos.
-dormid bien-dice cuando llegamos, la puerta
de madera parece muy viva para estar siendo usada para construcción, el suelo
sin duda es madera solida y viva, al golpearla no hay sonido hueco en lo
absoluto.
-no está mal-comenta Cassio entrando.
Encaro la habitación y es casi igual al
resto, madera y hojas, de cama hay un nido de flores mullidas de todos colores
a un lado del sitio.
-se puede dormir-dice Renna y se saca la capa
y la arroja a un lado antes de tirarse en las flores.
No había notado el frio que tengo, suspiro y tiro
mi capa seguido por Cassio, entonces nos recostamos en las flores y descansamos
un rato. No sabía lo bien que se puede
dormir en un nido de flores, sin duda estas ninfas saben gozar la vida, siento
inmortales.
Despierto y ellos aun están dormidos, la lluvia
ya ha pasado y el alba esta cerca, asomo la cabeza por la ventana, un agujero
con cortinas de tela suave de color azul. Muchas ninfas vagan por los
alrededores mientras el sol apenas empieza a hacernos sentir su calor.
Dejo la habitación y bajo por la escalera de
caracol hasta llegar al exterior, iluminado por un naranja suave viniendo de
entre las nubes.
Suspiro agradado de la imagen que muestra un
nuevo día, unos cascos zapatean en la grama y al voltear descubro que es Blendo
frotando sus patas contra el suelo húmedo, le dedico una sonrisa y voy a verlo,
el, viene hasta mi e inclina la cabeza.
-¿lindo día eh?-digo acariciando su
cabeza-¿queréis pasto tierno?
Choca su cabeza suavemente contra la mía, lo
que significa un sí, en sus términos,
asiento y subo a la silla, hay muchas cosas por lo que cansa mucho buscar algo
especifico, luego de revolver un poco el equipaje encuentro una cajita negra en
uno de los bolsos, la aprieto contra mi pecho y salto sin vacilar.
Blendo se sacude, tratando de secarse lo
antes posible sin mucho éxito.
-veamos si aun puedo hacer esto-digo, me
inclino y desenfundo mi espada, inhalo antes de clavar el arma en el suelo. A
continuación dibujo un símbolo, una línea central con ramificaciones como un
árbol, dejo la espada a un lado, abro la cajita de madera que saque del
equipaje.
Dentro
esta mi cravată, la uso para estas cosas, a Blendo le gusta, con delicadeza la
tomo, su bello color blanco destila un suave brillo rojizo que repentinamente
se vuelve blanco. Concentro mi energía en ella y siento como su fuerza fluye
hacia mí, tornándose de color azul como el cielo nocturno. Con la otra mano
toco la marca en el suelo y concentro toda mi fuerza en las finas líneas en la
tierra, que al sentir mi energía se vuelven blancas, susurro: patefacio amet, el pasto crece en la
zona que marque, tan alto como unos sesenta centímetros, verde y vivo, siento
el esfuerzo, pero la energía que me proporciona mi cravată, aligera la carga de
manera claramente colosal, sin ella, esto será un gasto de energía ridículo
para solo hacer crecer unas plantas.
-no sabía que pudierais hacer eso-señala
alguien, volteo enseguida viendo a Minna interesada en mi magia, dejo las
marcas y guardo rápidamente la flor donde estaba.
-no uso magia muy seguido, cansa mucho-explico
tomando mi espada y haciendo un gesto a Blendo para que coma, el obedece.
-se supone que los elfos no sois muy buenos
en las artes mágicas-dice enrollando un mechón de su cabello en un dedo.
-lo sé, es verdad, para no agotarnos usamos catalizadores
como mi flor-aclaro poniéndome de pie-pero sé hacerlo bien.
-ya veo, que generoso gastar tanta energía
para complacer a un lagarto-dice sonriendo a Blendo-¿y porque carajo está
comiendo pasto?
-no lo sé, le gusta masticarlo.
En un parpadeo Bledy y Asra aparecen y comen
con Blendo, comparten algunas mañas. Esa ninfa al parecer es confiable, pero no
me saco de la cabeza las aterradoras historias que cuentan sobre su raza.
-espero que hayáis pasado buena noche,
lucíais muy cansados-expresa con buen humor-trajimos cosas para que desayunen,
seguidme.
-¿por qué tantas molestias solo para
nosotros?-no puedo evitar preguntarme. Ella se da vuelta pero no me da la cara.
-ya lo dijimos, si sois aspirantes, debemos
atenderos bien-recuerda y camina-vamos.
Controlo el impulso de ser suspicaz y camino
tras la chica. De entre muchas casas nos detenemos en una que posee una bonita
cerca de madera y lianas con flores, limitando un jardín de flores y el comedor
al aire libre, que haciendo juego con tantas flores la mesa es un tronco
cortado con una lamina de madera clavada, las sillas son iguales, troncos
cortados.
-¿debería llamar a mis hermanos?-pregunto.
-ya vendrán, en cualquier momento los
despertaran si no lo hacen solos-dice la ninfa entrando al jardín.
-¿por qué os unisteis a Sol negro? Si se
puede saber-inquiero siguiéndola.
-porque los humanos que hacen esta mierda,
están acercándose demasiado, tanto que pronto podrían ser una amenaza para
nosotras, no estamos dispuestas a dejar que invadan nuestros preciosos y
sangrados bosques-argumenta con mala cara.
Sonrió.
-no sé si sea bueno decirlo, pero, ¿qué edad
tenéis?-digo dudando, ella se ríe mientras tomamos asiento en la mesa.
-soy tan vieja como el tiempo mismo, ya que
somos inmortales, solo puede haber una cantidad predeterminada de ninfas en
ciertos lugares, si una muere, el árbol que nos crea de inmediato produce una
nueva para remplazarla-musita cómodamente sentada.
-debe ser un evento muy raro el ver a una
ninfa nacer-señalo en tono alegre.
-en efecto, es tan raro, que pasan milenios
antes de que alguien tenga el honor de verlo.
-¿y a nadie se le ha ocurrido cortar ese
árbol del que nacen vosotras?-se tensa.
-el árbol de la eternidad, está en un lugar
secreto-dice en tono duro.
-además, pocos mortales lo han visto, en
miles de años-continua.
-¿y los que desembucha no viven mucho
verdad?-incluyo divertido. Minna me mira a los ojos y luce algo maliciosa.
-estáis muy al tanto-alaga y sonríe de nuevo.
La
rejilla del jardín se abre, dejamos de hablar y contemplamos a mis hermanos
entrar entre bostezos.
-esas flores son una maravilla-opina Cassio
estirándose.
-deberíamos venir más seguido-concuerda Renna
sonriendo. Minna se pone de pie y le ofrece la silla donde estaba.
-ya os traeré la comida-asegura y se va,
entrando a su casa, Cassio y Renna se maravillan de las bellas flores que cubren
en jardín de esa ninfa tan…. Agradable.
-parece que hicisteis amigos-comenta mi
gemelo sentándose.
-para ser devoradoras de viajeros saben
tratar invitados-agrega Renna imitando a Cassio.
-es cierto, Minna es muy amigable…-admito y
ellos ponen ojos como platos.
-no me digáis que os gusta una ninfa-ruega mi
hermana espantada, pongo mala cara.
-claro que no, solo es agradable, no hasta
ese punto-me estremezco ante la idea.
-que bien, ya nos habíamos asustado-dice
Cassio con alivio y un suspiro.
Minna aparece con un plato monstruoso lleno
de todo tipo de frutas, que al casi lanzarlo en la mesa hace que chillemos y la
mesa se sacuda.
-disfrutadla-pide la ninfa.
-¿segura que esto se come?-pregunto arrecio a
probar, veo con desconfianza ¡una manzana azul! Esa cosa es demasiado brillante
para no ser venenosa.
-claro que se come, no vamos a matar a
nuestros invitados, menos si solo son unas frutas de colores extraños-dice
Minna con los brazos en la cintura ofendida al parecer.
-espero que sea así-anhela mi gemelo que le
da un mordisco a la manzana azul, endurezco la mandíbula tenso a la espera de
alguna reacción.
-si os sentís mal, os pateare para que la vomitéis-dice
Renna igual de tensa.
Cassio no le hace el menor caso y mastica la
fruta, el alivio que me invade es sorprendente cuando pasa un minuto y Cassio
en vez de escupir o vomitar come con gusto la manzana, Minna da un gesto de
aprobación.
-entonces es seguro-afirmo y empiezo a
ingerir los alimentos.
-ojala-dice nuestra hermana y come también,
Minna vigila hasta que la montaña de fruta desaparece sin dejar rastro.
Luego de comer hasta no poder mas digerimos
la comida sentados todavía, montar tan llenos es equivalente a devolver el
desayuno.
-debemos seguir, aun tenemos que llegar a la
academia-nos recuerda Renna.
-si necesitáis donde quedaros, venid todo lo
que queráis-anuncia la ninfa-aquellos que odian a los Celestes siempre son
nuestros amigos.
-con gusto, no será un problema.
Renna se levanta y estira los brazos,
buscamos a los lagartos, antes del mediodía corremos a toda velocidad por el
bosque, ojala nos hubiéramos quedado mas, pero tenemos cosas que hacer.
5-
La academia.
P
|
ara avanzadas horas de la tarde, vemos un
letrero a mitad de camino, que anuncia que la academia esta cerca, continuamos
corriendo sin parar, ansiosos por llegar lo antes posible, el camino en el que
estamos que regularmente es una pradera sin árboles, empieza a cambiar, cada
vez hay mas y mas vegetación, bonitos claros, praderas verdes con pocos
árboles, es muy agradable, repentinamente encontramos una reja de piedra y
metal bloqueando, nos miramos y luego al escrito en barras de metal dobladas en
la puerta.
“lago de hierro” academia militar.
Dice claramente.
-llegamos-señala Cassio.
La reja se abre y unos guardias aparecen,
vestidos de armadura de pies a cabeza.
-¿qué queréis?-pregunta uno.
-venimos a enlistarnos-explico sin emoción
alguna.
-pasad-pide el otro guardia-sigan el camino y
llegaran a la academia.
Asentimos y cabalgamos dentro, la puerta se
cierra con un rechinido que se escucha a lo lejos. Esta academia es el mayor
centro de reclutamiento actualmente en Elion, hay salas de instrucción en todas
las ciudades, pero aquí normalmente solo están la elite y siempre envían a los
mejores aquí. Permiten el paso a todos, pero si descubren que no estás a la
altura te echan antes de darte cuenta,
-¿porque le llaman lago de hierro?-pregunto.
-creo que es porque extraen mucho metal para
hacer hierro por estos lugares-dice Renna.
Vemos una estructura enorme a lo lejos, es
una torre, justo entonces salimos del bosque y llegamos a una puerta de
castillo, parte de una muralla enorme que cubre casi medio kilometro y quince
metros de alto.
-¿para qué será tan alta?-pregunta Cassio
intrigado.
-quizás sea paranoia, deben creer que los
rebeldes vendrán de frente a intentar asaltar su academia-explico.
La puerta se alza sobre nosotros, sin decir
nada mas entramos, vemos una serie de edificios de piedra y madera en torno a
un gran campo de entrenamiento con una arena en el centro, el edificio más alto
de todos es la torre que vimos antes, que se alza por unos cincuenta metros de
alto.
Al divisar una cabelleriza, nos dirigimos
hacia ella.
Muchos cuidan caballos y lagarto, dentro del
edificio donde están repartidos por cubículos, llenos de pasto seco.
-nosotros nos encargaremos-dice un chico de
unos catorce años, dedicándonos una sonrisa.
Nos desmontamos y le entregamos las riendas.
-regresaremos en un rato-dice mi hermana.
-entendido, estarán muy bien-asegura aun
sonriente, le regresamos el gesto y caminamos lejos.
Hay unos tipos haciendo ejercicio en el campo
de entrenamiento, unos corren, otros levantan peso, algunos practican con armas
mientras otros realizan tiro con arco… fallando vergonzosamente. Reconozco los
edificios habitacionales, sus entradas tienen estatuas de adorno, son tres el
resto son tal vez depósitos de armas, o administración, el edificio con la
torre es el centro de control, el lugar al que vamos.
Miro con detenimiento los edificios
habitacionales, cada uno tiene una letra, de la A a la C, todos forman
parte del muro, de modo que sus ventanas traseras, permiten ver el exterior.
-intentad ser agradables-ordena Renna cuando
entramos entre las columnas de piedra en el edificio más alto, dentro todos
vienen y van, por los pisos de mármol con adornos, diversos corredores,
puertas, escaleras y pasillos.
Junto a una de las escaleras de hermoso color
blanco esta un tipo vestido de traje formal negro, con una lista en las manos.
-disculpad, queremos registrarnos-digo
acercándonos, el quita la vista de la lista y nos encara.
-seguidme entonces-pide y sube las escaleras,
vamos justo detrás del tipo, el aire del lugar emana algo que no me gusta,
demasiada concurrencia, demasiados humanos enredados con los inquisidores… por
lo que ¿estaría mal desconfiar, por conocer a sus socios?
-bienvenidos, el director os atenderá-dice el
hombre y se marcha rápidamente, miro la puerta de madera de arce, con el
símbolo de una espada alada gravado en la madera.
-¿quién quiere hablar?-dice Renna con los
brazos cruzados, volteamos y la penetramos con la mirada, bufa cerrando los
ojos al saber bien quien hablara-perfecto, es obvio-agrega y da un paso al
frente, toca la puerta con desagrado.
-adelante-dice una voz gruesa y algo temible,
viro los ojos hacia Cassio que al igual que yo, el tono del sujeto lo pone
nervioso.
Con duda asediándola, nuestra hermana abre la
puerta con ademan de desconfianza, como si sospechara que dentro hubiera algo
terrible… tal vez sea cierto, al ver la imagen del hombre fornido y enorme que
ocupa el asiento del director, trago saliva.
-¿venís a inscribiros?-Cassio asiente
lentamente-en ese caso acercaos-incluye, su tono frio y calculador nos
amedrenta un poco, pero finalmente Renna toma la iniciativa y camina hasta el
asiento en frente del director, sin separarnos mucho de ella la seguimos
flanqueándola por ambos lados.
A nuestro alrededor solo hay montones de
sillas llenas de documentos desordenados y repisas de libros, tomo aire. Antes
de ver a la cara a ese sujeto, que podría ser confundido con el más terrible de
los prisioneros en una penitenciaria fiscal. A pesar de vestir traje formal eso
no lo ayuda mucho, de piel clara, sus ojos salvajes y oscuros, manos repletas
de cicatrices, mandíbula y barbilla gruesas, cejas enormes, cabello negro corto
y labios comprimidos en una línea firme declaran que no es bueno tener
problemas con él.
-somos… los hermanos Crioss, venimos a
recibir instrucción, serviremos a ejercito-empieza Renna fríamente.
-bueno, primero necesito sus datos, luego
deberéis mostrar vuestras habilidades, para asignarlos a un grado de
instrucción apropiado a vuestro nivel… o expulsaros-responde el tipo y
entrelaza sus dedos en el escritorio, mientras sigue hablando no puedo quitar
la mirada de las brutales marcas de sus manos-llamadme director Alfred, mi
trabajo es enderezar a estas sabandijas inservibles que llegan a mi academia,
espero que no seáis de ese tipo. Como director soy duro, me gusta ver progreso
y odio la negligencia.
-entendido…-musito al desviar los ojos a su
rostro.
-¿sabéis cuál es mi palabra favorita?-Cassio
aprieta los dientes.
-¿perfección?-jadea mi hermano, el director sonríe,
no una sonrisa amigable, sino una muy perturbadora.
-exacto, ¿cuáles son vuestros nombres?
-Renna, ellos son mis hermanos, Cassio y
Cassius-responde ella manteniendo la compostura.
-¿a que os dedicáis? Necesito algunos
antecedentes.
-somos mercenarios y comerciantes nómadas,
por lo tanto somos buenos luchadores y nuestro lema es: pagad o moriréis.
Alfred no logra contener una sonrisa
complacida.
-me parece interesante-admite y coloca unos
papeles en la mesa.
-y esto…-susurro.
-poned algunos datos y os pasare a la lista.
Miro a Cassio, el frunce el ceño, Renna se
levanta y hace un gesto de tomar asiento, mi hermano suspira y se sienta a
mirar los papeles.
-bajaremos a ver el campo de entrenamiento,
cuando terminéis buscadnos allá-dice ella con frescura y luego mira a
Alfred-gracias por vuestra atención… director, vamos Cassius.
Asiento y dejamos atrás la sala, siento pena
por Cassio, ojala no se derrita de miedo con el director.
-ese tipo no me gusta-comento.
-a mi tampoco, pero fingid que lo hace, solo
hasta que podemos darle lo que se merece-expresa mi hermana, salimos del
edificio y el campo de entrenamiento esta casi vacío, solo hay una pequeña
muchedumbre haciendo un circulo junto a las paredes de la zona de cuartel donde
se entrenan para luchar cuerpo a cuerpo.
-¿una pelea?-digo al mirar hacia allá.
-vamos a ver.
Trotamos hacia el sitio y nos abrimos camino
entre los espectadores.
-¡vamos Leo!-grita uno.
Dos tipos practican lucha con espadas, son
más o menos de la misma altura, uno es un elfo de la luz y otro es un humano,
el elfo tiene una contextura ligera pero fornida, ojos plateados, rubio, como
normalmente son, rostro refinado y cabello trenzado. Por otra parte el humano
es moreno, ojos marrones, labios finos, rostro tan corpulento como su físico,
cejas como arcos, cabello rizado y corto, ambos luchan usando solo un pantalón
corto.
-¡Rogelio acabadlo!
El humano agita la espada y le hace un corte
leve al elfo en la cara. La distracción de este le permite al humano empujarlo
y lograr que caiga, apunta su arma al cuello del caído y el público gime a la
vez.
-¡mierda!-ruge una chica a mi lado-maldito
Rogelio.
El humano y el elfo cubiertos de sudor se
quedan quietos, hasta que el primero entierra una patada al otro, haciendo que
grite.
Me irrito, odio ver degradaciones así.
-¡dejadlo!-reclamo.
Todos voltean a mirarme sin pensarlo, Rogelio
deja al elfo, y unos tipos lo ayudan a levantar.
-¿quién sois vos?
-soy nuevo, pero ganar no os da el derecho a
humillar así al vencido-reclamo, me señala con su arma.
-entonces, enseñadme lo que sabéis hacer, si
sois tan rudo.
Sonrió, es solo un hablador.
-¿por qué debería luchar con un
insecto?-gruñe-lo aplastaría muy rápido.
-¡maldito!-exclama y viene como una mancha
difuminada en movimiento a cortarme, desenfundo mi arma y detengo su avance.
Con un esfuerzo explosivo lo empujo y obligo a retroceder, arremeto una patada
en el pecho del hombre y este suelta la espada al caer y chocar con uno de los
espectadores que se derrumba y los panes que traía se dispersan por el suelo.
Rogelio se reincorpora y me encara mientras
lo apunto con mi espada.
-desgraciado, como os atrevéis a
avergonzarme-continúa, el público está muy entretenido. Toma lo primero que
agarra del suelo y aun gruñendo continua- os desafío a un duelo si os creéis
tan fuerte.
El chico que cayó junto con él recoge sus
panes apresurado y no puedo evitar bajar el arma y reírme, los que miran
también se ríen pero tratando de disimular, Rogelio mira a todas partes
confuso.
-¿cuál es la gracia?-agrega.
-¿sabias que os estáis humillando vos mismo
cierto?-el abre los ojos de par en par-me estas desafiando a duelo, y lo que
tienes en tu mano no es una espada es un pan.
Jadea y mira su mano, se equivocó y tomó una
de las largas y delgadas barras de pan en lugar de su arma, el chico que recoge los panes, le arrebata el
pan de la mano y se va.
-que zoquete, Cassius, no vale la pena que os
rebajéis por una sabandija como esta, vámonos-pide Renna aun divertida por
Rogelio quien la mira con desprecio emanante.
-bien-acepto y cuando nos damos la vuelta
alguien dice.
-y vos zorra, ¿por qué no nos mostráis que sabéis
hacer?-desafía uno de los amigos de Rogelio.
Renna se da la vuelta sin enojo ni
expresividad.
-una zorra es un zorro hembra, así que es
inútil querer ofenderme con cosas como esas-le avisa con desdeño.
-entonces vuestra madre era una puta, si no
os ofendes porque os llamen zorra, una puta engendra a otra puta-ofende Rogelio
con una sonrisa malvada mientras se levanta.
Rechino los dientes.
Renna frunce el ceño y toma su arco, lo tensa
y dispara una de las flechas hasta la ropa del hombre clavándolo al suelo
impidiendo que se levante, dispara otra mas y lo clava por el otro lado del
pantalón, Rogelio trata de levantarse pero está muy ajustado al suelo.
-podría haber probado con vuestra cabeza como
blanco pero sería muy radical, para que os lo restriegues, o mejor, te lo metáis
por donde más os quepa-dice mi hermana en tono frio-tal vez el culo de vuestra
madre.
El silencio se apodera de todos, nadie dice
nada más. Cassio de pronto surge entre la multitud sonriente una vez más.
-ya termine-mira a Rogelio clavado y a Leo
observando con intensidad, Cassio saca su espada y con una sonrisa más amplia
agrega-¿tenéis un torneo? Yo quiero jugar-la multitud da un paso atrás
desagradados de la idea, Cassio hace una mueca-¿pero que les hicieron?-nos
pregunta horrorizado.
-tuvimos una discusión-explico-son muy
sensibles.
-¡el director!-exclama alguien y forman un
camino para dejarlo entrar, nos aplaude lentamente.
-veo que sois muy buenos, demasiado para
estar en la residencia de los clase C, serán recibidos directamente en la A, vuestras
habilidades afiladas para vuestra edad, merecen estar en la elite-explica
Alfred con agrado y una sonrisa divertida.
Mis hermanos y yo asentimos.
-venid-continua, da la vuelta y lo seguimos a
la residencia A.
Dentro hay múltiples pasillos, salas de
estar, gimnasios, comedor, cientos de habitaciones y bibliotecas. Alfred nos
deja a Cassio y a mí en una y se lleva a Renna a otra.
-¿tendrá compañera?-dice Cassio.
-seguro, ojala se lleven bien, no quiero que
tengamos que estar viendo que no se maten.
Porque ella sería capaz si la chica es
demasiado molesta.
Abrimos la puerta de la habitación 221, hay
dos camas gemelas, una mesa de noche, un armario, el suelo esta forrado de
negro y las paredes son blancas, miro la ventana entre las camas se puede
contemplar el bosque.
-no está mal-dice mi hermano alegrado.
Volvemos a la caballeriza y recuperamos el
equipaje, dejando a los lagartos al cuidado de los empleados del lugar. La
habitación parece más cálida al parecer casi… nuestra. Guardamos el dinero
entre la ropa dentro del armario, ponemos nuestras cosas sobre este y para
darle un toque de hogar, coloco un jarrón con mi cravată en la mesa de noche,
su color cambiante con mis emociones luce genial en ese lugar.
-¿ósea si necesitamos una lámpara más
brillante solo tengo que haceros enojar, o poneros alegre para que brille más?-dice
Cassio entretenido, asiento y no sé si sea buena idea.
-si me enojo puede ponerse rojo sangre y si
estoy feliz se pone color dorado-explico mirando el bosque.
-entonces intentare que seáis feliz, prefiero
el dorado.
Asiento. La puerta es golpeteada
interrumpiendo.
Cassio se queda donde esta mientras abro, es
Leo, sonríe ampliamente.
-saludos, las
sombras de las cavernas libraran al reino de la oscuridad de los tiranos-dice,
sonrió de oreja a oreja en respuesta.
-y más
que sus cenizas no quedara ni uno-completo, asiente.
El lema de la orden del Sol negro. Clásico
medio para saber quien esta de qué lado, solo los elfos entendidos de su
existencia lo saben, está prohibido decirlo delante de un humano de cualquier
otra cosa.
-soy Leopoldo, es un placer-se presenta,
asiento.
-somos Cassio-Cassio saluda- y Cassius
Crioss-hago una mueca-pero sois un elfo de la luz, la orden es solo para elfos
oscuros.
-soy miembro de Sol plateado, en Airos es la
orden que hace el mismo trabajo, pero como miembro también ayudo a Sol
negro-explica. Cassio alza una ceja- y como miembro de la orden del sol
eclipsado, también estoy amparado por Sol negro.
Es un poco enredado, pero Sol negro y Sol
plateado, son las ordenes que cumplen la misma función en Elion y Airos,
respectivamente, una es de elfos oscuros y la otra de elfos de la luz, la alianza
de ambas, que abarca a todos los de la raza élfica en este continente es la orden
de Sol eclipsado.
-¿cuál era su lema?-pregunta Cassio.
-que
las llamas de nuestro fuego se abra como alas-dice Leo y espera a que
continúe.
-e
incinere a las bestias que nos dominan para pulgar el reino de los hijos de la
luz-completo, entra y cierro fuertemente la puerta-¿a qué venís?
Leopoldo se para en una esquina sonriendo,
Cassio lo sigue con los ojos fijamente.
-¿son rebeldes verdad?-dice.
-no hace falta preguntar lo que ya se
sabe-expresa mi hermano.
-pues, ya que es así, me gustaría mostraros
el lugar y cómo funcionan las cosas aquí.
Relajo mis facciones y le doy un vistazo a
Cassio quien me mira también.
-siempre me pregunte porque, la orden del Sol
negro, vendría aquí, exactamente en una academia militar y no han sido
descubiertos-expongo con intriga, Leo curva las comisuras de sus labios hacia
arriba, como si fuera una pregunta habitual.
-veréis, esto antes de los Celestes, era el
cuartel de la orden, pero fue invadido, aun así, pudimos permanecer, porque los
humanos desconocen los túneles debajo de aquí, que nos permiten entrar y salir
de este sitio y los alrededores de la academia, además de tener lugares de
total privacidad por las noches-explica con una fresca sonrisa.
-suena como algo que quiero ver-dice mi
gemelo animado.
-hoy puedo mostraros el lugar donde muchos
van de noche, luego os enseñare el sitio donde se reúne la orden, unirse puede
esperar, pero el cuartel está abierto a todo elfo.
Entonces Renna irrumpe en el cuarto agitada y
con los dientes rechinando.
-no puede ser-dice con exasperación.
-¿que no puede ser?-pregunta Cassio curioso.
-¡mi compañera! ¡Esa está loca! ¡Parece una
princesa fresita!-chilla ella con las manos en la cabeza.
-¿y eso es malo?-intervengo.
-¡claro que sí! ¡Sabéis que odio ese tipo de
chicas!
-no sabía que en una academia militar se
permitieran fresitas-digo desconcertado a Leopoldo.
-lo es, pero de la puerta para afuera, cuando
ponéis un pie dentro del complejo habitacional es un internado como cualquiera,
lleno de fresitas, aparentemente, porque muchas se consienten pero saben
luchar-responde en tono neutro.
-es contradictorio que acepten fresitas-dice
Cassio.
-mientras sepáis hacer bien vuestro trabajo,
podéis ser consentido, es una academia para en su mayoría, jóvenes, por lo que
la idea no es joder su juventud.
-que conveniente-masculla Cassio.
-¡no me importa! ¡Esa mujer está
loca!-exclama Renna.
-vamos a ver cual el drama-digo y al salir
los demás vienen detrás-¿habitación?
-230-dice ella, caminamos hasta allá y cuando
abro la puerta, no me lo creo.
¡Es
rosa! Por completo, todo es rosa, las camas, las paredes, la ropa, todo, sin
que nada se escape. La chica esta limando sus uñas sobre la cama, ella también
viste rosa, por poco la confundo con todo lo demás, a penas logro discernir que
es una elfa de luz, por sus cabellos dorados.
-¿veis lo que digo? Yo no soporto tanto rosa-dice
Renna casi señalándola.
-¿no eras una dama?-pregunta Cassio
confundido.
-una dama que odia el rosa, es como si a vos
y a Cassius les pusieran una imagen de papa-Cassio gruñe son poder evitarlo, me
tenso al escuchar eso.
-entonces pedid cambio si tanto lo detestáis-dice
Leopoldo-ni os habéis mudado aun, por lo que no pueden negarse.
Renna suspira con alivio, dejamos a la
fresita y volvemos a nuestra habitación. Mi hermana pide cambio y la trasladan
a la 209, es lo bastante no rosa como para que ella lo soporte y parece
encontrarse muy agradada con su compañera.
-luego de la cena vayan al callejón del
pasillo 7, hay os enseñare el secreto de cómo hemos sobrevivido-dice Leo y sale
de muestra habitación.
-me parece que vale la pena-opino viendo la
puerta cerrada.
-no suena mal, pero, ojala las cosas
continúen así de bien, sería trágico que algo malo nos amargara los planes y
nos expusiera.
Renna no se queja de nuevo, esta vez dio en
el clavo.
Por curiosidad miro en su puerta y cotillea
con su compañera, luciendo una flamante sonrisa, me estaba preocupando que
tuvieran que trasladarla a una habitación individual, en caso de que se tornara
agresiva con la otra chica. Para ser una dama, es bastante volátil para
violentarse.
-la noche es impenetrablemente oscura-dice
Renna mientras aguardamos a la llegada de Leopoldo, la apruebo con un
asentimiento.
-nos hemos acostumbrado-expresa mi
hermano-las nubes oscurecen la luna con mucha frecuencia.
-a mí me gusta, es muy tranquilo-digo sin
interés. La brisa nocturna atraviesa las ventanas y nos atropella, revolviendo
nuestros cabellos.
Leo aparece repentinamente de la esquina,
haciendo un gesto para que lo sigamos, la academia yace en silencio, los
guardias están asentados en las puertas y no vemos un alma en los pasillos
luego de las 8:00 PM, seguimos sin hacer ruido a Leopoldo, vestidos sin
armadura ni nada de eso.
Ya que vivimos aquí, no es apropiado estar
llevando eso siempre, yo uso un pantalón hasta los tobillos negro, con una
camisa sin mangas de igual color, que resalta mi musculatura, al dejar ver mis
brazos, Cassio viste casi igual pero de color rojizo carmesí.
-¿cuánto falta?-pregunta Renna.
Su vestido purpura hasta las rodillas la hace
lucir genial, mientras el viento juega con su cabello de un lado al otro.
Traemos solo nuestras espadas atadas a la cintura, nada más.
-ya casi-asegura Leo.
Se detiene frente a una pared. La mira por
unos segundos y le da una patada.
-soy yo, al que le tenéis que abrirle porque si -continua lo miramos raramente, la
piedra repentinamente se desvanece dejando un pasillo con antorchas al otro
lado del umbral.
-¿qué mierda?-digo conmocionado.
-la contraseña.
Entramos y me estremezco al voltear y ver que
la entrada se ha borrado.
-típico-comenta Cassio alterado.
Leo sigue caminando por el laberinto de
túneles que desciende por muchos escalones a lo profundo.
El camino se vuelve mas y mas estrecho, de
escalón a escalón, hay múltiples cámaras cerradas bajo seguro con puertas de
hierro, Renna mira a todas partes como si algo malo pudiera salir de repente de
la nada, Leopoldo nos lleva hasta el pie de una escalera que culmina en una
pequeña puerta metálica.
-¿donde saldremos?-pregunto.
-a un lugar en medio del bosque de la
academia, es muy extenso, ningún guardia pasa por esta zona-señala el elfo.
-caminad-ordena Renna, escalamos hasta la
cima de la escalera y contengo la respiración en el momento que Renna empuja la
puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario