¡Hola! Ya sé que fue mucho tiempo, pero aquí estoy, el
vuelto! Mi internet esta normal así que podre continuar siguiendo blogs y
publicando. Fue muy molesto estar así sin hacer nada -.- cuando menos pude ponerme a trabajar en mis
otras novelas. En fin aquí está la continuación de Apuestas a las sombras.
3-¿Algo mejor?
L
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a maldita imagen de Dylam no deja de atormentarme, trato
de pensar que quieren los acólitos, pero el tipo, no deja de distraerme, piensa
en algo distinto…. En Hanon y su voz calmante, en mi odio a Vicmierda… en lo
agradable que sería borrarlo del mapa.
En fin, sea lo que sea que ellos quieran, mañana lo
sabré, apago la luz naranja y duermo, aliviada de que Dylam no puede
molestarme.
Al día siguiente llevo a cabo todo lo normal, el trabajo,
desayunar, almorzar entre otras cosas, como siempre, desearía tener otra vida.
Termino mi último vehículo del turno y regreso a casa.
6:00 pm.
Me baño con el agua más fría posible, el día estuvo muy
caluroso, todavía me pregunto cuál será la recompensa que los acólitos han
prometido, por ello no puedo dejar de mirar el cráneo en mi pecho, aterrador y
que parece dar un mal presagio, me mira como si yo misma hubiese la más grande
cagada de mi vida.
Además de no asesinar a Vicmierda y no poder enamorarme
de Hanon, por más lindo que sea, no puedo creer que no me guste. Espero que mi
amor no caiga en manos de algún estúpido que no lo merezca.
6:30 pm.
Pedí perros calientes a domicilio, ya lo sé, consumo
mucha comida de calle, pero trato que sea la que me de calorías para trabajar,
igual, con todo el esfuerzo diario, es imposible que me vuelva obesa por comida
chatarra. Debería sentirme aliviada de ello, mi figura con el tiempo se ha
puesto musculosa, de hecho, al mirarme puedo ver las formas de los tejidos
debajo de la piel cuando me esfuerzo, por alguna razón, lo primero que los
hombres ven en mi, son mis piernas, cosa que me incomoda.
6:40 pm.
Disfruto la comida, no puedo dejar de mirar por la
ventana, alerta por si el señor Magno se asoma, no tanto por su presencia, sino
por el posible hecho de que mintiera en cuanto a no querer matarme, aunque el
tipo admitiré, era muy lindo, sus ojos transmitían algo siniestro, como una
terrible y desagradable verdad que nadie debería saber por su propia seguridad,
sicológicamente.
Como es mi caso.
Mi secreto está gravado en la tumba, el único que sabe la
verdad es Hanon, nadie más tiene idea de que mi madre no hizo nada, de que la
asesina, en realidad fui yo.
6:55 pm.
Me deshago de lo sobrante de los perritos calientes, me
arreglo debidamente para mi encuentro en el callejón, peino mi cabello, enfundo
las piernas con un pantalón negro y complemento camisa blanca de tirantes bajo
una chaqueta negra corta y unas sandalias de plataforma corta.
Me asomo al espejo y luzco bien… puede que un poco
inclinado a puta pero, no está mal, lo digo porque el cráneo en mi pecho es
visible, seguro será una de las cosas que más llamen la atención, además de mis
ojos de dos colores.
7:10 pm.
Me maquillo y por alguna razón me coloco el collar que
recibí en el paquete, si me lo dieron fue para usarlo obviamente.
Ondulo mis cabellos y salgo al encuentro, la noche está
muy agitada, veo mucha gente ir y venir, ladridos de perros a lo lejos, los
motores de los autos y el olor penetrante de los puestos de comida, lentamente
me aproximo a la entrada cuando me detengo al notar un pequeño detalle.
7:30 pm.
Repentinamente, todo es silencio, el ruido se ha
esfumado, de forma instantánea y tétrica. Miro en todas direcciones y no hay un
alma. En kilómetros a la redonda.
¡¿Donde mierda se fue todo el mundo?!
Siento el miedo socavándome por dentro, preguntándome que
hacer. Correr, gritar, desmayarme, pero nada de eso es digno, prefiero morir a
humillarme así.
7:35 pm.
De pronto escucho algo por primera vez en minutos.
Cascos de caballo, cada vez más cerca, zapatean en coro,
podría ser el jinete sin cabeza… eso es ridículo, no puede ser, piensa en algo
positivo…
No
es el jinete sin cabeza, no es el jinete, no lo es, no puede ser. Me
repito.
De la nada un carruaje negro como sus caballos aparece de
la nada a unos cien metros más adelante, viniendo a mí en efecto, a paso
calmado, lo que me está cagando es que el conductor tiene la vestimenta de los
acólitos.
No
temas… alguien dice a mi cabeza.
Es fácil decirlo
sin duda, por milagro me mantengo firme donde estoy y el carruaje llega a mi
lado donde se detiene, el acolito me mira lentamente al igual que yo a él, sin
poder distinguir su rostro.
Señorita
Black, suba por favor, debemos hablarle, es muy importante, es importante que
conozca a sus compañeros…
¿Como lo hace?
-¿qué?-apenas puedo decir, este tipo es extraño, me habla
a la cabeza.
Los
acólitos de bajo nivel no tenemos permitido hablar a los gladiadores
directamente.
-¿cómo que los gladiadores?-musito vacilante.
Así
les llamamos a nuestros participantes, suba, así lo sabrá.
Vacilante miro como la puerta del carruaje se abre ante mí,
tomo aire y subo dentro, todo es color rojo, los cojines, las paredes, todo,
parece un carruaje clásico del siglo XIX.
7:42 pm.
Tiene que ser una pesadilla, hay cuatro tipos con los que
comparto el carruaje, para mi espanto, uno de ellos es nada más y nada menos.
Que Dylam Magno.
-esto es inesperado-dice Dylam con los ojos de par en par
al mirarme.
-es una broma-jadeo al sentarme junto a él, el único
lugar disponible.
Preséntate.
Escucho en mi mente a conductor.
-¿este pimpollo conoce a semejante rata como tú?-dice uno
de los demás chicos, un joven de cómo 14 a 15 años, con mirada cruel.
-cierra la jeta escoria-le responde Dylam con mirada
fría.
-sabes lo mucho que me importa lo que digas Magno.
El adolescente es delgado pero de contextura de acuerdo a
su edad, rostro delgado, pómulos medios, grandes ojos verde agua, labios
ligeramente más delgados de lo normal, color rosado oscuro, blanco, como si
pocas veces viera el sol, cabello rubio brillante y cortado a la moda.
Viste como un vándalo, chaqueta y pantalón de
motociclista pendenciero y zapatos con cráneos dibujados. Los otros dos lo
miran de reojo como si esto fuera el pan de todos los días.
-¿Redo quieres que me cuele en la cama de tu
madre?-pregunta Magno sonriendo diabólico. El chico se torna más rustico.
-atrévete y será tu última noche de sexo.
Preséntate… me
recuerda de nuevo.
Me aclaro la garganta. Ellos me encaran.
-soy Eris Black-digo sin mucha emotividad.
-soy Redo de la guerra-dice el chico y vira los ojos a
los otros dos, mayores que el varios años, deben tener mi edad
aproximadamente-y los gays son Julio Bruto y Javier Santos.
Ellos fruncen el ceño.
-te dijimos mil veces que no somos gays-recalca
uno-Javier y yo somos amigos, algo que tú necesitas.
Entonces Julio mira a Javier y este arruga la nariz a
Redo. Julio es de cabello marrón cortado al estilo emo, pero sin la pollina tan
larga, ojos rasgados y negros, labios atrayentes, nariz un tanto grande pero
muy bien perfilada y derecha. Piel blanca de forma normal, ni muy blanco ni muy
oscuro. Viste una camisa larga gris con estampados de fans aficionados a
películas de terror sobre un pantalón negro como de rapero y zapatos grises de
cordones.
Javier por otra parte, parece como si pasara mucho tiempo
en un salón de bronceado, de cabello enrulado color ceniza, ojos amarillos más
grandes que los de Julio, cejas gruesas, rostro más fino que su amigo, viste un
saco cerrado con bolsillos, color azul con rallas negras, un pantalón que hace
juego y zapatos deportivos.
-¿a dónde vamos?-digo, Dylam mira el suelo, siento el
carruaje moverse a paso más veloz.
-los acólitos quieren vernos, pero aun no se para que.
8:00 pm.
Silencio, nadie dice nada de nada. Redo mueve los labios
y dice cosas entre dientes, como si rezara.
8:03 pm.
Nos detenemos, afuera es todo oscura como si entrásemos a
algún garaje.
Salgan,
los esperan. Afirma en mi cabeza, ya que fue en plural,
asumo que todos lo escucharon.
-¿lo sintieron?-digo.
-¿al acolito del carruaje? Si todos lo oímos, es muy
desagradable que nos hable así-se queja Julio entre dientes.
Las puertas se abren, sin mucho pensar bajamos de un
salto cada uno, como pensé, estamos en un garaje, pero hay docenas de tipos
vestidos como acólitos andando a diversas direcciones.
8:05 pm.
-no te recomiendo que los mires a la cara-dice Redo de
brazos cruzados.
Otro de ellos se acerca cuando sin querer lo hago, miro
su cara, es una máscara con agujeros, como los miembros de una banda de rock
gótico. Pero con ojos blancos sin pupilas al otro lado.
Considerando que todo ya ha sido raro, no me extraña que
estas cosas no sean naturales.
-síganme-dice el acolito con su voz, áspera y
transparente.
El se da la vuelta y camina por uno de los oscuros
pasillos. Nos miramos y cuando Dylam tiene el valor de seguirlo vamos detrás de
él.
-los presentare al amo, les explicara porque están
aquí-continua sin mirarnos.
Nos deja en una puerta, del otro lado, veo una silla grande
como de la realeza, con un sujeto tan cubierto como los acólitos, pero él, trae
placas de metal en algunas partes, como armadura, joyas adornan sus manos
aguantadas y su armadura.
Vengan.
Dice a nuestras cabezas.
Vamos sin acercarnos mucho.
Yo no
puedo hablarles con mi voz, seguro los asustaría mucho, pero solo quiero darles
la oportunidad de salir de la desgracia con merito propia ayudándonos.
-¿ayudarlos?-digo incrédula.
Es
una situación desesperada, nosotros estamos muriendo, cada día, este mundo nos
debilita, necesitamos regresar a nuestra dimensión, por eso están aquí.
Este tipo es aterrador, posa su cabeza en una mano sobre
el brazo de la silla.
-¿qué tipo de ayuda?-pregunta Redo-¿porque nosotros?
El amo levanta la cabeza un poco.
Nosotros,
requerimos de ciertos objetos que se encuentran fuera de nuestro alcance, se
hallan en una dimensión alterna a su mundo, donde los acólitos no pueden
llegar, pero ustedes sí, nos dimos cuenta que el único modo de llegar, era
atreves de humanos, por eso los llamamos.
Hace una pausa.
El
camino es peligroso, por eso les advierto que el juego que jugaran es mortal,
deben ir a ese sitio, resolver los acertijos para encontrar los objetos, que
necesitaran para volver aquí así como nosotros los necesitaremos para irnos.
Cada día nos morimos un poco más, dependemos de su éxito.
-¿nosotros que mierda ganamos?-pregunta Julio.
Si
lo consiguen cuando lleguen, podemos concederles un deseo, solo uno o dos, pero
no pidan lo imposible, estamos muy agotados para romper demasiado las leyes de
la naturaleza.
Contemplo como Dylam curvea sus labios hacia arriba, en
una sonrisa maquiavélica y satisfactoria, no puedo dejar de preguntarme qué
plan malvado tendrá entre manos.
Escogimos
a sujetos cuyas vidas no son deseables, de modo que estén dispuestos a
arriesgarse a morir por salir de la desgracia.
-eso es un poco brutal-comento con mala cara.
Hay
que ser cruel joven, en tiempos desesperados, se toman medidas desesperadas ¿no
es así? Yo como el amo, no puedo soportar ver como mis acólitos sufren, por
tener un jefe incapaz.
Dylam hace una sonrisa más grande esta vez mostrando sus
dientes. No puedo evitar asustarme, Julio y Javier lo miran desagradados, Redo
da un paso lejos de él, como si fuera peligroso.
-yo solo quiero una cosa, que es insignificante para
seres como ustedes, si pude serme satisfecho, mi vida cobrara sentido, es algo
por lo que no dudaría en arriesgar mi vida-dice con suficiencia y tono lúgubre.
Si decirte si ese deseo será satisfecho, te da
motivación, entonces, acércate joven Dylam.
Él lo hace, yo solo pienso en un único deseo, el deseo de
recuperar lo que me fue arrancado y lo que arruino mi vida.
Mi madre.
El amo se inclina al chico y este le susurra algo al
oído, en un instante se alejan y el amo lo mira, no tengo idea si será posible
o no su deseo, Dylam tiene una mirada indescifrable.
Los labios de Dylam se mueven lentamente, logro leer sus
labios en la última palabra, me tenso a darme cuenta. Su palabra final fue:
Muerte.
Corrige las faltas ortográficas, lo demás es agua tibia.
ResponderEliminarLa narración va bien, uno no quiere dejar de leer.
Un saludo.
disculpa la ortografia, es que una de mis amigas es quien se encarga de eso, pero aun no a corregido esto :) gracias por la observacion, un saludo, mañanna publicare lo proximo.
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