martes, 25 de septiembre de 2012

Sol negro-Cap 4 y Cap 5


4-Hospitalidad.
E
l clima no favorece para nada, repentinamente una lluvia torrencial nos azota, corremos a toda velocidad, mientras estamos muy empapados, además de que la noche es especialmente impenetrable, apenas puedo ver dónde vamos, el sendero nos muestra a lo lejos unas antorchas… ¿un pueblo?
-¿qué diablos?-dice Renna cuando detenemos la marcha para analizar la luz a lo lejos.
Una sombra pasa delante alterando a nuestras bestias y poniéndonos en guardia. Cassio mira en todas direcciones y Renna gruñe.
-¡¿quién es?!-exclamo sin quitar la mirada de los arbustos, la sombra se queda quieta, estoy muy sorprendido de ver que su figura es femenina.
-¿ninfa?-dice mi hermano extrañado.
La figura en las sombras se acerca lentamente, no bajamos la guardia a pesar de que no luce amenazante.
-no busco pelear-afirma con voz dulce, la lluvia sigue cayendo por lo que apenas puedo verla, alzo una mano y recuerdo lo que aprendí de un brujo con el que hable una vez, pongo todo mi esfuerzo en encender una flama mágica en mi mano, su luz deja ver a una mujer aparentemente normal, pero con ojos verdes como hojas, y piel levemente azulada. Cabello suelto enrulado de color negro, facciones cenicientas, vestida con un vestido blanco hasta las rodillas.
-¿quién sois?-pregunto esforzándome por mantener la llama encendida, pero es un esfuerzo enorme si no uso nada como catalizador; no estoy acostumbrado a usar magia, siento como me agoto rápidamente.
-soy Minna-responde y nos sonríe-y en efecto soy una ninfa.
-estad bien Cassius, apagad el fuego-pide Renna más tranquila, mi llama que sobrevive a la lluvia se esfuma en un leve quejido, jadeo y tomo aire.
Los elfos no somos seres mágicos por naturaleza, por lo que hacer magia, es un gran esfuerzo.
-¿no pretendéis engatusarnos no?-digo aun sin confiar.
Las ninfas son conocidas por seducir a sus víctimas y devorarlos, por ello muchos evitan sus territorios.
-tranquilos, no tengo en mente tal cosa, solo jugamos con los que son una amenaza, en especial los humanos, no con gente como vosotros-expresa con convicción.
No sé si deba confiar en seres inmortales devoradores de incautos estúpidos, Cassio hace un mohín pero Renna no parece arrecia a aceptar lo que dice Minna.
-¿y eso de allá es vuestra aldea?-dice ella.
-sí, los elfos a diferencia de los humanos, son bienvenidos-anuncia Minna con una sonrisa-podéis quedaros por ahora.
-¿deberíamos?-pregunto a mis hermanos, ellos comparten una mirada veloz.
-si… vamos, la lluvia es insoportable-expresa Renna, Cassio asiente y mira de reojo a Minna con cierta desconfianza.
-perfecto, seguidme-pide la ninfa.
La respuesta de quedarnos es un tanto… desagradable, miro a Minna con suspicacia, podrá verse adorable, pero confiar en la apariencia de una ninfa, es muy peligroso, a veces fatal, Renna también vigila a la tipa con insistencia, al ver su cara, sé que ella tampoco está convencida de la razón de esta hospitalidad, solo lo hace porque, es eso, o pasar la noche bajo esta lluvia infernal.
Avanzamos entre los arboles hacia la luz, al parpadear varias veces veo una serie de casitas, hechas de madera y plantas, en torno a un árbol enorme, que también es usado como vivienda, la luces son perfectamente distinguibles por sus pequeñas ventanas. Como un punto de luz, en medio de la persistente oscuridad. Varias ninfas caminan por el poblado, aparentando ni notar la lluvia.
Minna camina hasta una entrada al árbol enorme, tan espeso, que la lluvia apenas lo penetra, la entrada del árbol consta de la puerta, rodeada de raíces.
-podéis dejar a vuestros… amigos aquí-dice ella mirando a Asra con aire de estar maravillada.
Suspiro y bajamos de los lagartos que miran de un lado al otro.
Minna empuja la puerta, entramos y vemos que el techo es apenas lo bastante alto para mantenerse sobre nuestras cabezas, diversos corredores llevan a otras habitaciones, camino con desconfianza en el recibidor, una mesilla en el medio trae un cristal naranja que imparte luz a todo el lugar.
-sentaos, ya regreso-dice Minna y sale por uno de los corredores, hacemos lo que pide y tomamos las sillas de madera a los lados de la luz.
-¿no esperaremos a que traiga a su legión de amigas para comernos verdad?-expresa Cassio inquieto. Renna resopla con molestia.
-no, pero ya sabéis, afuera es más peligroso-se defiende.
-¿más peligroso que las ninfas?-artículo lentamente.
-si se quiere, si, pero quien debería estar enojada soy yo-señala-todas las malditas ninfas son chicas, no hay hombres, así que, agradeced que cuando menos, podéis admirar lo lindas que son… por fuera.
-bueno en eso sí, ojala que no sean de las que se juntan con las hadas, odio a esas dos caras-digo con repugnancia.
-igual yo-combina Cassio. 
Minna entra en compañía de una ninfa más alta, de cabellos verdosos, ojos más claros que la otra chica, muy corpulenta, vestida con un traje de tela y hojas, ella nos mira fijamente, es ridículamente linda, pero eso no me da confianza en ellas.
-ella es Ámbar, dice que necesita hablaros-dice Minna, Renna alza una ceja.
Cassio cruza los brazos con firmeza y yo aprieto los dientes, evitando mirar a los ojos a esa ninfa, solo por si acaso…
-es un placer… ¿qué es lo que quiere?-empieza mi hermana, admiro que pueda simular agrado con tal efectividad.
-¿vosotros sois elfos oscuros?-pregunta.
-en efecto, ¿por qué preguntáis?
-he escuchado de extraños elfos subterráneos de piel fantasmal, pero jamás espere ver ninguno.
-¿por qué no podría verlos?-digo vacilante.
-porque… esa raza de elfos… esta extinta hace siglos-ponemos ojos como platos.
-¡como que extinta! Nosotros estamos aquí parados todavía-dice Cassio.
-¡exacto! Puede que seáis los únicos elfos fantasmas que quedan-señala Ámbar.
Hago un mohín.
-¿y vos nos queréis decir alguna otra cosa?-incluye Renna.
-seguro, escuche de un amigo que unos elfos extraños salvaron a un niño de ser ejecutado públicamente, ¿eran vosotros?-viro los ojos a Cassio quien al igual que yo está nervioso.
-seguro, fuimos nosotros ¿y eso que importa? 
-da a entender que seguro no os gusta mucho el gobierno.
-¡gustarnos! ¡Lo detestamos!-exclamo, Ámbar sonríe de oreja a oreja.
-eso pensé, solo os traje porque me parecieron de ese tipo-aclara Minna divertida.
-¿disculpa?-dice Renna.
-pensé que seríais aspirantes a Sol negro.
-¿sois miembros del Sol negro?-quiero saber.
-sí, tenemos la tarea de buscar viajeros que deseen unirse y acogerlos si les hace falta antes de entrar a la academia-explica Ámbar interesada.
-pues han dado en el clavo, porque vamos justo a eso, pretendíamos llegar a la academia, para unirnos-aviso serio.
-en ese caso, quedaos hasta el amanecer, estaremos felices de ayudaros, Minna llevadlos a su habitación-pide y se va.
-venid-pide la ninfa saliendo del cubículo, nos lleva hasta la salida de un corredor desde el cual subimos por una escalera de caracol, al llegar a uno de los pisos más altos.
-dormid bien-dice cuando llegamos, la puerta de madera parece muy viva para estar siendo usada para construcción, el suelo sin duda es madera solida y viva, al golpearla no hay sonido hueco en lo absoluto.
-no está mal-comenta Cassio entrando.
Encaro la habitación y es casi igual al resto, madera y hojas, de cama hay un nido de flores mullidas de todos colores a un lado del sitio.
-se puede dormir-dice Renna y se saca la capa y la arroja a un lado antes de tirarse en las flores.
No había notado el frio que tengo, suspiro y tiro mi capa seguido por Cassio, entonces nos recostamos en las flores y descansamos un rato.  No sabía lo bien que se puede dormir en un nido de flores, sin duda estas ninfas saben gozar la vida, siento inmortales.
Despierto y ellos aun están dormidos, la lluvia ya ha pasado y el alba esta cerca, asomo la cabeza por la ventana, un agujero con cortinas de tela suave de color azul. Muchas ninfas vagan por los alrededores mientras el sol apenas empieza a hacernos sentir su calor.
Dejo la habitación y bajo por la escalera de caracol hasta llegar al exterior, iluminado por un naranja suave viniendo de entre las nubes.
Suspiro agradado de la imagen que muestra un nuevo día, unos cascos zapatean en la grama y al voltear descubro que es Blendo frotando sus patas contra el suelo húmedo, le dedico una sonrisa y voy a verlo, el, viene hasta mi e inclina la cabeza.
-¿lindo día eh?-digo acariciando su cabeza-¿queréis pasto tierno?
Choca su cabeza suavemente contra la mía, lo que significa un , en sus términos, asiento y subo a la silla, hay muchas cosas por lo que cansa mucho buscar algo especifico, luego de revolver un poco el equipaje encuentro una cajita negra en uno de los bolsos, la aprieto contra mi pecho y salto sin vacilar.
Blendo se sacude, tratando de secarse lo antes posible sin mucho éxito.
-veamos si aun puedo hacer esto-digo, me inclino y desenfundo mi espada, inhalo antes de clavar el arma en el suelo. A continuación dibujo un símbolo, una línea central con ramificaciones como un árbol, dejo la espada a un lado, abro la cajita de madera que saque del equipaje.
 Dentro esta mi cravată, la uso para estas cosas, a Blendo le gusta, con delicadeza la tomo, su bello color blanco destila un suave brillo rojizo que repentinamente se vuelve blanco. Concentro mi energía en ella y siento como su fuerza fluye hacia mí, tornándose de color azul como el cielo nocturno. Con la otra mano toco la marca en el suelo y concentro toda mi fuerza en las finas líneas en la tierra, que al sentir mi energía se vuelven blancas, susurro: patefacio amet, el pasto crece en la zona que marque, tan alto como unos sesenta centímetros, verde y vivo, siento el esfuerzo, pero la energía que me proporciona mi cravată, aligera la carga de manera claramente colosal, sin ella, esto será un gasto de energía ridículo para solo hacer crecer unas plantas.
-no sabía que pudierais hacer eso-señala alguien, volteo enseguida viendo a Minna interesada en mi magia, dejo las marcas y guardo rápidamente la flor donde estaba.
-no uso magia muy seguido, cansa mucho-explico tomando mi espada y haciendo un gesto a Blendo para que coma, el obedece.
-se supone que los elfos no sois muy buenos en las artes mágicas-dice enrollando un mechón de su cabello en un dedo.
-lo sé, es verdad, para no agotarnos usamos catalizadores como mi flor-aclaro poniéndome de pie-pero sé hacerlo bien.
-ya veo, que generoso gastar tanta energía para complacer a un lagarto-dice sonriendo a Blendo-¿y porque carajo está comiendo pasto?
-no lo sé, le gusta masticarlo.
En un parpadeo Bledy y Asra aparecen y comen con Blendo, comparten algunas mañas. Esa ninfa al parecer es confiable, pero no me saco de la cabeza las aterradoras historias que cuentan sobre su raza.
-espero que hayáis pasado buena noche, lucíais muy cansados-expresa con buen humor-trajimos cosas para que desayunen, seguidme.
-¿por qué tantas molestias solo para nosotros?-no puedo evitar preguntarme. Ella se da vuelta pero no me da la cara.
-ya lo dijimos, si sois aspirantes, debemos atenderos bien-recuerda y camina-vamos.
Controlo el impulso de ser suspicaz y camino tras la chica. De entre muchas casas nos detenemos en una que posee una bonita cerca de madera y lianas con flores, limitando un jardín de flores y el comedor al aire libre, que haciendo juego con tantas flores la mesa es un tronco cortado con una lamina de madera clavada, las sillas son iguales, troncos cortados.
-¿debería llamar a mis hermanos?-pregunto.
-ya vendrán, en cualquier momento los despertaran si no lo hacen solos-dice la ninfa entrando al jardín.
-¿por qué os unisteis a Sol negro? Si se puede saber-inquiero siguiéndola.
-porque los humanos que hacen esta mierda, están acercándose demasiado, tanto que pronto podrían ser una amenaza para nosotras, no estamos dispuestas a dejar que invadan nuestros preciosos y sangrados bosques-argumenta con mala cara.
Sonrió.
-no sé si sea bueno decirlo, pero, ¿qué edad tenéis?-digo dudando, ella se ríe mientras tomamos asiento en la mesa.
-soy tan vieja como el tiempo mismo, ya que somos inmortales, solo puede haber una cantidad predeterminada de ninfas en ciertos lugares, si una muere, el árbol que nos crea de inmediato produce una nueva para remplazarla-musita cómodamente sentada.
-debe ser un evento muy raro el ver a una ninfa nacer-señalo en tono alegre.
-en efecto, es tan raro, que pasan milenios antes de que alguien tenga el honor de verlo.
-¿y a nadie se le ha ocurrido cortar ese árbol del que nacen vosotras?-se tensa.
-el árbol de la eternidad, está en un lugar secreto-dice en tono duro.
-además, pocos mortales lo han visto, en miles de años-continua.
-¿y los que desembucha no viven mucho verdad?-incluyo divertido. Minna me mira a los ojos y luce algo maliciosa.
-estáis muy al tanto-alaga y sonríe de nuevo.
 La rejilla del jardín se abre, dejamos de hablar y contemplamos a mis hermanos entrar entre bostezos.
-esas flores son una maravilla-opina Cassio estirándose.
-deberíamos venir más seguido-concuerda Renna sonriendo. Minna se pone de pie y le ofrece la silla donde estaba.
-ya os traeré la comida-asegura y se va, entrando a su casa, Cassio y Renna se maravillan de las bellas flores que cubren en jardín de esa ninfa tan…. Agradable.
-parece que hicisteis amigos-comenta mi gemelo sentándose.
-para ser devoradoras de viajeros saben tratar invitados-agrega Renna imitando a Cassio.
-es cierto, Minna es muy amigable…-admito y ellos ponen ojos como platos.
-no me digáis que os gusta una ninfa-ruega mi hermana espantada, pongo mala cara.
-claro que no, solo es agradable, no hasta ese punto-me estremezco ante la idea.
-que bien, ya nos habíamos asustado-dice Cassio con alivio y un suspiro.
Minna aparece con un plato monstruoso lleno de todo tipo de frutas, que al casi lanzarlo en la mesa hace que chillemos y la mesa se sacuda.
-disfrutadla-pide la ninfa.
-¿segura que esto se come?-pregunto arrecio a probar, veo con desconfianza ¡una manzana azul! Esa cosa es demasiado brillante para no ser venenosa.
-claro que se come, no vamos a matar a nuestros invitados, menos si solo son unas frutas de colores extraños-dice Minna con los brazos en la cintura ofendida al parecer.
-espero que sea así-anhela mi gemelo que le da un mordisco a la manzana azul, endurezco la mandíbula tenso a la espera de alguna reacción.
-si os sentís mal, os pateare para que la vomitéis-dice Renna igual de tensa.
Cassio no le hace el menor caso y mastica la fruta, el alivio que me invade es sorprendente cuando pasa un minuto y Cassio en vez de escupir o vomitar come con gusto la manzana, Minna da un gesto de aprobación.
-entonces es seguro-afirmo y empiezo a ingerir los alimentos.
-ojala-dice nuestra hermana y come también, Minna vigila hasta que la montaña de fruta desaparece sin dejar rastro.
Luego de comer hasta no poder mas digerimos la comida sentados todavía, montar tan llenos es equivalente a devolver el desayuno.
-debemos seguir, aun tenemos que llegar a la academia-nos recuerda Renna.
-si necesitáis donde quedaros, venid todo lo que queráis-anuncia la ninfa-aquellos que odian a los Celestes siempre son nuestros amigos.
-con gusto, no será un problema.
Renna se levanta y estira los brazos, buscamos a los lagartos, antes del mediodía corremos a toda velocidad por el bosque, ojala nos hubiéramos quedado mas, pero tenemos cosas que hacer.










5- La academia.
P
ara avanzadas horas de la tarde, vemos un letrero a mitad de camino, que anuncia que la academia esta cerca, continuamos corriendo sin parar, ansiosos por llegar lo antes posible, el camino en el que estamos que regularmente es una pradera sin árboles, empieza a cambiar, cada vez hay mas y mas vegetación, bonitos claros, praderas verdes con pocos árboles, es muy agradable, repentinamente encontramos una reja de piedra y metal bloqueando, nos miramos y luego al escrito en barras de metal dobladas en la puerta.
“lago de hierro” academia militar.
Dice claramente.
-llegamos-señala Cassio.
La reja se abre y unos guardias aparecen, vestidos de armadura de pies a cabeza.
-¿qué queréis?-pregunta uno.
-venimos a enlistarnos-explico sin emoción alguna.
-pasad-pide el otro guardia-sigan el camino y llegaran a la academia.
Asentimos y cabalgamos dentro, la puerta se cierra con un rechinido que se escucha a lo lejos. Esta academia es el mayor centro de reclutamiento actualmente en Elion, hay salas de instrucción en todas las ciudades, pero aquí normalmente solo están la elite y siempre envían a los mejores aquí. Permiten el paso a todos, pero si descubren que no estás a la altura te echan antes de darte cuenta,
-¿porque le llaman lago de hierro?-pregunto.
-creo que es porque extraen mucho metal para hacer hierro por estos lugares-dice Renna.
Vemos una estructura enorme a lo lejos, es una torre, justo entonces salimos del bosque y llegamos a una puerta de castillo, parte de una muralla enorme que cubre casi medio kilometro y quince metros de alto.
-¿para qué será tan alta?-pregunta Cassio intrigado.
-quizás sea paranoia, deben creer que los rebeldes vendrán de frente a intentar asaltar su academia-explico.
La puerta se alza sobre nosotros, sin decir nada mas entramos, vemos una serie de edificios de piedra y madera en torno a un gran campo de entrenamiento con una arena en el centro, el edificio más alto de todos es la torre que vimos antes, que se alza por unos cincuenta metros de alto.
Al divisar una cabelleriza, nos dirigimos hacia ella.
Muchos cuidan caballos y lagarto, dentro del edificio donde están repartidos por cubículos, llenos de pasto seco.
-nosotros nos encargaremos-dice un chico de unos catorce años, dedicándonos una sonrisa.
Nos desmontamos y le entregamos las riendas.
-regresaremos en un rato-dice mi hermana.
-entendido, estarán muy bien-asegura aun sonriente, le regresamos el gesto y caminamos lejos.
Hay unos tipos haciendo ejercicio en el campo de entrenamiento, unos corren, otros levantan peso, algunos practican con armas mientras otros realizan tiro con arco… fallando vergonzosamente. Reconozco los edificios habitacionales, sus entradas tienen estatuas de adorno, son tres el resto son tal vez depósitos de armas, o administración, el edificio con la torre es el centro de control, el lugar al que vamos.
Miro con detenimiento los edificios habitacionales, cada uno tiene una letra, de la A a la C, todos forman parte del muro, de modo que sus ventanas traseras, permiten ver el exterior.
-intentad ser agradables-ordena Renna cuando entramos entre las columnas de piedra en el edificio más alto, dentro todos vienen y van, por los pisos de mármol con adornos, diversos corredores, puertas, escaleras y pasillos.
Junto a una de las escaleras de hermoso color blanco esta un tipo vestido de traje formal negro, con una lista en las manos.
-disculpad, queremos registrarnos-digo acercándonos, el quita la vista de la lista y nos encara.
-seguidme entonces-pide y sube las escaleras, vamos justo detrás del tipo, el aire del lugar emana algo que no me gusta, demasiada concurrencia, demasiados humanos enredados con los inquisidores… por lo que ¿estaría mal desconfiar, por conocer a sus socios?
-bienvenidos, el director os atenderá-dice el hombre y se marcha rápidamente, miro la puerta de madera de arce, con el símbolo de una espada alada gravado en la madera.
-¿quién quiere hablar?-dice Renna con los brazos cruzados, volteamos y la penetramos con la mirada, bufa cerrando los ojos al saber bien quien hablara-perfecto, es obvio-agrega y da un paso al frente, toca la puerta con desagrado.
-adelante-dice una voz gruesa y algo temible, viro los ojos hacia Cassio que al igual que yo, el tono del sujeto lo pone nervioso.
Con duda asediándola, nuestra hermana abre la puerta con ademan de desconfianza, como si sospechara que dentro hubiera algo terrible… tal vez sea cierto, al ver la imagen del hombre fornido y enorme que ocupa el asiento del director, trago saliva.
-¿venís a inscribiros?-Cassio asiente lentamente-en ese caso acercaos-incluye, su tono frio y calculador nos amedrenta un poco, pero finalmente Renna toma la iniciativa y camina hasta el asiento en frente del director, sin separarnos mucho de ella la seguimos flanqueándola por ambos lados.
A nuestro alrededor solo hay montones de sillas llenas de documentos desordenados y repisas de libros, tomo aire. Antes de ver a la cara a ese sujeto, que podría ser confundido con el más terrible de los prisioneros en una penitenciaria fiscal. A pesar de vestir traje formal eso no lo ayuda mucho, de piel clara, sus ojos salvajes y oscuros, manos repletas de cicatrices, mandíbula y barbilla gruesas, cejas enormes, cabello negro corto y labios comprimidos en una línea firme declaran que no es bueno tener problemas con él.
-somos… los hermanos Crioss, venimos a recibir instrucción, serviremos a ejercito-empieza Renna fríamente.
-bueno, primero necesito sus datos, luego deberéis mostrar vuestras habilidades, para asignarlos a un grado de instrucción apropiado a vuestro nivel… o expulsaros-responde el tipo y entrelaza sus dedos en el escritorio, mientras sigue hablando no puedo quitar la mirada de las brutales marcas de sus manos-llamadme director Alfred, mi trabajo es enderezar a estas sabandijas inservibles que llegan a mi academia, espero que no seáis de ese tipo. Como director soy duro, me gusta ver progreso y odio la negligencia.
-entendido…-musito al desviar los ojos a su rostro.
-¿sabéis cuál es mi palabra favorita?-Cassio aprieta los dientes.
-¿perfección?-jadea mi hermano, el director sonríe, no una sonrisa amigable, sino una muy perturbadora.
-exacto, ¿cuáles son vuestros nombres?
-Renna, ellos son mis hermanos, Cassio y Cassius-responde ella manteniendo la compostura.
-¿a que os dedicáis? Necesito algunos antecedentes.
-somos mercenarios y comerciantes nómadas, por lo tanto somos buenos luchadores y nuestro lema es: pagad o moriréis.
Alfred no logra contener una sonrisa complacida.
-me parece interesante-admite y coloca unos papeles en la mesa.
-y esto…-susurro.
-poned algunos datos y os pasare a la lista.
Miro a Cassio, el frunce el ceño, Renna se levanta y hace un gesto de tomar asiento, mi hermano suspira y se sienta a mirar los papeles.
-bajaremos a ver el campo de entrenamiento, cuando terminéis buscadnos allá-dice ella con frescura y luego mira a Alfred-gracias por vuestra atención… director, vamos Cassius.
Asiento y dejamos atrás la sala, siento pena por Cassio, ojala no se derrita de miedo con el director.
-ese tipo no me gusta-comento.
-a mi tampoco, pero fingid que lo hace, solo hasta que podemos darle lo que se merece-expresa mi hermana, salimos del edificio y el campo de entrenamiento esta casi vacío, solo hay una pequeña muchedumbre haciendo un circulo junto a las paredes de la zona de cuartel donde se entrenan para luchar cuerpo a cuerpo.
-¿una pelea?-digo al mirar hacia allá.
-vamos a ver.
Trotamos hacia el sitio y nos abrimos camino entre los espectadores.
-¡vamos Leo!-grita uno.
Dos tipos practican lucha con espadas, son más o menos de la misma altura, uno es un elfo de la luz y otro es un humano, el elfo tiene una contextura ligera pero fornida, ojos plateados, rubio, como normalmente son, rostro refinado y cabello trenzado. Por otra parte el humano es moreno, ojos marrones, labios finos, rostro tan corpulento como su físico, cejas como arcos, cabello rizado y corto, ambos luchan usando solo un pantalón corto.
-¡Rogelio acabadlo!
El humano agita la espada y le hace un corte leve al elfo en la cara. La distracción de este le permite al humano empujarlo y lograr que caiga, apunta su arma al cuello del caído y el público gime a la vez.
-¡mierda!-ruge una chica a mi lado-maldito Rogelio.
El humano y el elfo cubiertos de sudor se quedan quietos, hasta que el primero entierra una patada al otro, haciendo que grite.
Me irrito, odio ver degradaciones así.
-¡dejadlo!-reclamo.
Todos voltean a mirarme sin pensarlo, Rogelio deja al elfo, y unos tipos lo ayudan a levantar.
-¿quién sois vos?
-soy nuevo, pero ganar no os da el derecho a humillar así al vencido-reclamo, me señala con su arma.
-entonces, enseñadme lo que sabéis hacer, si sois tan rudo.
Sonrió, es solo un hablador.
-¿por qué debería luchar con un insecto?-gruñe-lo aplastaría muy rápido.
-¡maldito!-exclama y viene como una mancha difuminada en movimiento a cortarme, desenfundo mi arma y detengo su avance. Con un esfuerzo explosivo lo empujo y obligo a retroceder, arremeto una patada en el pecho del hombre y este suelta la espada al caer y chocar con uno de los espectadores que se derrumba y los panes que traía se dispersan por el suelo.
Rogelio se reincorpora y me encara mientras lo apunto con mi espada.
-desgraciado, como os atrevéis a avergonzarme-continúa, el público está muy entretenido. Toma lo primero que agarra del suelo y aun gruñendo continua- os desafío a un duelo si os creéis tan fuerte.
El chico que cayó junto con él recoge sus panes apresurado y no puedo evitar bajar el arma y reírme, los que miran también se ríen pero tratando de disimular, Rogelio mira a todas partes confuso.
-¿cuál es la gracia?-agrega.
-¿sabias que os estáis humillando vos mismo cierto?-el abre los ojos de par en par-me estas desafiando a duelo, y lo que tienes en tu mano no es una espada es un pan.
Jadea y mira su mano, se equivocó y tomó una de las largas y delgadas barras de pan en lugar de su arma,  el chico que recoge los panes, le arrebata el pan de la mano y se va.
-que zoquete, Cassius, no vale la pena que os rebajéis por una sabandija como esta, vámonos-pide Renna aun divertida por Rogelio quien la mira con desprecio emanante.
-bien-acepto y cuando nos damos la vuelta alguien dice.
-y vos zorra, ¿por qué no nos mostráis que sabéis hacer?-desafía uno de los amigos de Rogelio.
Renna se da la vuelta sin enojo ni expresividad.
-una zorra es un zorro hembra, así que es inútil querer ofenderme con cosas como esas-le avisa con desdeño.
-entonces vuestra madre era una puta, si no os ofendes porque os llamen zorra, una puta engendra a otra puta-ofende Rogelio con una sonrisa malvada mientras se levanta.
Rechino los dientes.
Renna frunce el ceño y toma su arco, lo tensa y dispara una de las flechas hasta la ropa del hombre clavándolo al suelo impidiendo que se levante, dispara otra mas y lo clava por el otro lado del pantalón, Rogelio trata de levantarse pero está muy ajustado al suelo.
-podría haber probado con vuestra cabeza como blanco pero sería muy radical, para que os lo restriegues, o mejor, te lo metáis por donde más os quepa-dice mi hermana en tono frio-tal vez el culo de vuestra madre.
El silencio se apodera de todos, nadie dice nada más. Cassio de pronto surge entre la multitud sonriente una vez más.
-ya termine-mira a Rogelio clavado y a Leo observando con intensidad, Cassio saca su espada y con una sonrisa más amplia agrega-¿tenéis un torneo? Yo quiero jugar-la multitud da un paso atrás desagradados de la idea, Cassio hace una mueca-¿pero que les hicieron?-nos pregunta horrorizado.
-tuvimos una discusión-explico-son muy sensibles.
-¡el director!-exclama alguien y forman un camino para dejarlo entrar, nos aplaude lentamente.
-veo que sois muy buenos, demasiado para estar en la residencia de los clase C, serán recibidos directamente en la A, vuestras habilidades afiladas para vuestra edad, merecen estar en la elite-explica Alfred con agrado y una sonrisa divertida.
Mis hermanos y yo asentimos.
-venid-continua, da la vuelta y lo seguimos a la residencia A.
Dentro hay múltiples pasillos, salas de estar, gimnasios, comedor, cientos de habitaciones y bibliotecas. Alfred nos deja a Cassio y a mí en una y se lleva a Renna a otra.
-¿tendrá compañera?-dice Cassio.
-seguro, ojala se lleven bien, no quiero que tengamos que estar viendo que no se maten.
Porque ella sería capaz si la chica es demasiado molesta.
Abrimos la puerta de la habitación 221, hay dos camas gemelas, una mesa de noche, un armario, el suelo esta forrado de negro y las paredes son blancas, miro la ventana entre las camas se puede contemplar el bosque.
-no está mal-dice mi hermano alegrado.
Volvemos a la caballeriza y recuperamos el equipaje, dejando a los lagartos al cuidado de los empleados del lugar. La habitación parece más cálida al parecer casi… nuestra. Guardamos el dinero entre la ropa dentro del armario, ponemos nuestras cosas sobre este y para darle un toque de hogar, coloco un jarrón con mi cravată en la mesa de noche, su color cambiante con mis emociones luce genial en ese lugar.
-¿ósea si necesitamos una lámpara más brillante solo tengo que haceros enojar, o poneros alegre para que brille más?-dice Cassio entretenido, asiento y no sé si sea buena idea.
-si me enojo puede ponerse rojo sangre y si estoy feliz se pone color dorado-explico mirando el bosque.
-entonces intentare que seáis feliz, prefiero el dorado.
Asiento. La puerta es golpeteada interrumpiendo.
Cassio se queda donde esta mientras abro, es Leo, sonríe ampliamente.
-saludos, las sombras de las cavernas libraran al reino de la oscuridad de los tiranos-dice, sonrió de oreja a oreja en respuesta.  
-y más que sus cenizas no quedara ni uno-completo, asiente.
El lema de la orden del Sol negro. Clásico medio para saber quien esta de qué lado, solo los elfos entendidos de su existencia lo saben, está prohibido decirlo delante de un humano de cualquier otra cosa.
-soy Leopoldo, es un placer-se presenta, asiento.
-somos Cassio-Cassio saluda- y Cassius Crioss-hago una mueca-pero sois un elfo de la luz, la orden es solo para elfos oscuros.
-soy miembro de Sol plateado, en Airos es la orden que hace el mismo trabajo, pero como miembro también ayudo a Sol negro-explica. Cassio alza una ceja- y como miembro de la orden del sol eclipsado, también estoy amparado por Sol negro.
Es un poco enredado, pero Sol negro y Sol plateado, son las ordenes que cumplen la misma función en Elion y Airos, respectivamente, una es de elfos oscuros y la otra de elfos de la luz, la alianza de ambas, que abarca a todos los de la raza élfica en este continente es la orden de Sol eclipsado.
-¿cuál era su lema?-pregunta Cassio.
-que las llamas de nuestro fuego se abra como alas-dice Leo y espera a que continúe.
-e incinere a las bestias que nos dominan para pulgar el reino de los hijos de la luz-completo, entra y cierro fuertemente la puerta-¿a qué venís?
Leopoldo se para en una esquina sonriendo, Cassio lo sigue con los ojos fijamente.
-¿son rebeldes verdad?-dice.
-no hace falta preguntar lo que ya se sabe-expresa mi hermano.
-pues, ya que es así, me gustaría mostraros el lugar y cómo funcionan las cosas aquí.
Relajo mis facciones y le doy un vistazo a Cassio quien me mira también.
-siempre me pregunte porque, la orden del Sol negro, vendría aquí, exactamente en una academia militar y no han sido descubiertos-expongo con intriga, Leo curva las comisuras de sus labios hacia arriba, como si fuera una pregunta habitual.
-veréis, esto antes de los Celestes, era el cuartel de la orden, pero fue invadido, aun así, pudimos permanecer, porque los humanos desconocen los túneles debajo de aquí, que nos permiten entrar y salir de este sitio y los alrededores de la academia, además de tener lugares de total privacidad por las noches-explica con una fresca sonrisa.
-suena como algo que quiero ver-dice mi gemelo animado.
-hoy puedo mostraros el lugar donde muchos van de noche, luego os enseñare el sitio donde se reúne la orden, unirse puede esperar, pero el cuartel está abierto a todo elfo.
Entonces Renna irrumpe en el cuarto agitada y con los dientes rechinando.
-no puede ser-dice con exasperación.
-¿que no puede ser?-pregunta Cassio curioso.
-¡mi compañera! ¡Esa está loca! ¡Parece una princesa fresita!-chilla ella con las manos en la cabeza.
-¿y eso es malo?-intervengo.
-¡claro que sí! ¡Sabéis que odio ese tipo de chicas!
-no sabía que en una academia militar se permitieran fresitas-digo desconcertado a Leopoldo.
-lo es, pero de la puerta para afuera, cuando ponéis un pie dentro del complejo habitacional es un internado como cualquiera, lleno de fresitas, aparentemente, porque muchas se consienten pero saben luchar-responde en tono neutro.
-es contradictorio que acepten fresitas-dice Cassio.
-mientras sepáis hacer bien vuestro trabajo, podéis ser consentido, es una academia para en su mayoría, jóvenes, por lo que la idea no es joder su juventud.
-que conveniente-masculla Cassio.
-¡no me importa! ¡Esa mujer está loca!-exclama Renna.
-vamos a ver cual el drama-digo y al salir los demás vienen detrás-¿habitación?
-230-dice ella, caminamos hasta allá y cuando abro la puerta, no me lo creo.
 ¡Es rosa! Por completo, todo es rosa, las camas, las paredes, la ropa, todo, sin que nada se escape. La chica esta limando sus uñas sobre la cama, ella también viste rosa, por poco la confundo con todo lo demás, a penas logro discernir que es una elfa de luz, por sus cabellos dorados.
-¿veis lo que digo? Yo no soporto tanto rosa-dice Renna casi señalándola.
-¿no eras una dama?-pregunta Cassio confundido.
-una dama que odia el rosa, es como si a vos y a Cassius les pusieran una imagen de papa-Cassio gruñe son poder evitarlo, me tenso al escuchar eso.
-entonces pedid cambio si tanto lo detestáis-dice Leopoldo-ni os habéis mudado aun, por lo que no pueden negarse.
Renna suspira con alivio, dejamos a la fresita y volvemos a nuestra habitación. Mi hermana pide cambio y la trasladan a la 209, es lo bastante no rosa como para que ella lo soporte y parece encontrarse muy agradada con su compañera.
-luego de la cena vayan al callejón del pasillo 7, hay os enseñare el secreto de cómo hemos sobrevivido-dice Leo y sale de muestra habitación.
-me parece que vale la pena-opino viendo la puerta cerrada.
-no suena mal, pero, ojala las cosas continúen así de bien, sería trágico que algo malo nos amargara los planes y nos expusiera.
Renna no se queja de nuevo, esta vez dio en el clavo.
Por curiosidad miro en su puerta y cotillea con su compañera, luciendo una flamante sonrisa, me estaba preocupando que tuvieran que trasladarla a una habitación individual, en caso de que se tornara agresiva con la otra chica. Para ser una dama, es bastante volátil para violentarse.

-la noche es impenetrablemente oscura-dice Renna mientras aguardamos a la llegada de Leopoldo, la apruebo con un asentimiento.
-nos hemos acostumbrado-expresa mi hermano-las nubes oscurecen la luna con mucha frecuencia.
-a mí me gusta, es muy tranquilo-digo sin interés. La brisa nocturna atraviesa las ventanas y nos atropella, revolviendo nuestros cabellos.
Leo aparece repentinamente de la esquina, haciendo un gesto para que lo sigamos, la academia yace en silencio, los guardias están asentados en las puertas y no vemos un alma en los pasillos luego de las 8:00 PM, seguimos sin hacer ruido a Leopoldo, vestidos sin armadura ni nada de eso.
Ya que vivimos aquí, no es apropiado estar llevando eso siempre, yo uso un pantalón hasta los tobillos negro, con una camisa sin mangas de igual color, que resalta mi musculatura, al dejar ver mis brazos, Cassio viste casi igual pero de color rojizo carmesí.
-¿cuánto falta?-pregunta Renna.
Su vestido purpura hasta las rodillas la hace lucir genial, mientras el viento juega con su cabello de un lado al otro. Traemos solo nuestras espadas atadas a la cintura, nada más.
-ya casi-asegura Leo.
Se detiene frente a una pared. La mira por unos segundos y le da una patada.
-soy yo, al que le tenéis que abrirle porque si -continua lo miramos raramente, la piedra repentinamente se desvanece dejando un pasillo con antorchas al otro lado del umbral.
-¿qué mierda?-digo conmocionado.
-la contraseña.
Entramos y me estremezco al voltear y ver que la entrada se ha borrado.
-típico-comenta Cassio alterado.
Leo sigue caminando por el laberinto de túneles que desciende por muchos escalones a lo profundo.
El camino se vuelve mas y mas estrecho, de escalón a escalón, hay múltiples cámaras cerradas bajo seguro con puertas de hierro, Renna mira a todas partes como si algo malo pudiera salir de repente de la nada, Leopoldo nos lleva hasta el pie de una escalera que culmina en una pequeña puerta metálica.
-¿donde saldremos?-pregunto.
-a un lugar en medio del bosque de la academia, es muy extenso, ningún guardia pasa por esta zona-señala el elfo.
-caminad-ordena Renna, escalamos hasta la cima de la escalera y contengo la respiración en el momento que Renna empuja la puerta.

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