sábado, 20 de agosto de 2011

Otro cuentito sobrenatural

Saludos a quienes quieran pasarse por mi humilde espacio en blogger, luego de mi último relato pensé en publicar el siguiente ya que parecio gustar, espero que lo disfruten.

El cachorro de hombre lobo


Vagamos por el bosque maravillándonos de su belleza, estoy completamente concentrada en el, de modo que casi no miro hacia donde voy, siento las ramas y hojas crujir bajo mis gomas deportivas, estamos de vacaciones y no se nos ocurrió un mejor modo de pasarla bien que venir a acampar al bosque, pero antes nos dirigimos a un pueblo cercano por un gran sendero boscoso, es fácil sentir la humedad en el aire, somos solo un grupo de cinco personas, mi primo Rufus, un molesto sujeto de 20 años que desearía no tener conmigo ahora, es de altura media, ojos pardos y grandes, blanco, labios rosa, cabello marrón oscuro y de gran proporción en todos los sentidos. Mi hermano mayor Damián, que es al contrario una excelente compañía vacacional, con su gran estatura, brazos gruesos y firmes como todo el resto de su cuerpo y ese cabello ondulado de color cobre es todo un encanto además de su piel neutra y ojos casi negros.

Solo encajo a la perfección con dos de nosotros y esos son, mi prima celeste, una chica en sus dieciocho, no muy alta, ojos azules oscuros, piel clara, cabello largo y en rulos negros recorriendo toda su extensión, mandíbula fina y delicada, labios gruesos, largas pestañas y manos como de pianista. El otro al que me alegro de tener conmigo es a Tiberio, mi adorado amigo del alma y juro que un día novio, apenas más alto que yo, acaba de llegar a los 18, se pasa media semana en el gimnasio y por lo tanto goza de un gran físico. Su cabello bronce brillante y sus ojos miel oscura me dejan sin aliento, sus labios… su lisa piel blanca libre de cualquier tipo de acné, mandíbula gruesa y largas pestañas lo convierten en el hombre de mis sueños…. Literalmente, pues no me llamen pervertida por esto, pero he tenido algunos sueños algo excitantes con él apareciendo con papel protagónico.

No permiten darnos un descanso, estamos de tarde, eso me está preocupando, Rufus tiene el mapa y va a la cabeza, no sé por qué, pero no me inspira confianza seguirlo en un bosque.

-Zasha, celeste me está asustando-me susurra Tiberio mirando a la mujer

-déjala, lleva su mp3, cuando se los pone nadie la saca de su mundo privado-respondo sin demasiado interés, esa tipa los trae ocultos bajo su cabello, por eso nadie lo nota, pero a mí no me engaña.

Tengo 17 años, y me considero de un atractivo deseable, mi piel es clara, ojos verde agua, pestañas de muñeca, cabello marrón ondulado de largo medio, no tanto como celeste, el suyo es hasta incluso más abajo que la cintura. Labios finos y no muy anchos.

-es una experta ocultándolo-dice Tiberio entre dientes.

Damián no aparta la vista al frente, y Rufus mira el mapa algo inquieto, eso no me da mucha confianza, mierda debí insistir para ser yo quien llevara el cabrón mapa.

-lo sé, y creo que Rufus se perdió

Pone expresión de apatía cuando posa sus sexis ojos en Rufus, el cual se está asustando por la manera en que aprieta el viejo mapa.

-ya lo veo… repíteme porque él lleva el mapa y no tú o yo-musita al fin

-porque dice: “soy mayor entonces yo debo llevar el mapa”-hago una pésima imitación de la voz de Rufus- ya sabes, esa cantaleta sobre la superioridad que tiene sobre nosotros por ser mayor, pura mierda.

-exacto, preferiría que lo hubieran dejado en su casa, no solo porque no me cae muy bien, sino que es un pésimo lector de mapas que insiste en guiarnos a ciudad perdida- una brisa nos azota y nos sentimos aliviados de estar abrigados.

Llevamos muy buenos abrigos, estos bosques son un infierno congelado por las noches, no soportaría venir a acampar sin ellos, a menos que me diera la oportunidad de acurrucarme con Tiberio… solo eso lo justificaría, deben ser como las 4 de la tarde, Rufus sigue haciendo que demos vueltas sin llegar a ningún lado, es indignante, Tiberio no deja de despreciar a mi primo, celeste no presta atención alguna, sigue escuchando su puta maquina, Damián suspira y se detiene en seco, lo imitamos cuando ocurre.

-Rufus di la verdad, ¿nos perdimos?-pregunta seriamente.

Rufus gruñe apretando mas el papel en sus manos, ¡por fin alguien se lo dice!

-bien, estamos perdidos-admite. Tiberio se aproxima a él y para mi gloria le arrebata el mapa, lo estudia y el horror en su rostro es indescriptible.

-eres un…-susurra, enrolla el mapa y le da un porrazo con él en la cabeza a Rufus, este retrocede sin idea de porque fue golpeado-¡eres un imbécil! ¡El mapa no es de este bosque! Con razón nos perdimos.

¡Maldito Rufus! Solo esto faltaba. Celeste se quita el mp3 y está desconcertada.

-retrasado, ¿¡que no tienes una maldita neurona que te dijera que te equivocaste de mapa!?-exijo saber colérica.

Damián bufa con enojo y fastidio

-¡cállate zorra!-dice Rufus.

-¡tu primero señor perfecto!-grita Tiberio con furia.

Se ve muy bueno cuando se enoja, pero estoy más interesada en joder a Rufus que en eso de momento.

-¡si yo soy una zorra entonces tu eres un aborto de rata!-regreso.

-¡ya se insultaron bastante! busquemos un lugar donde quedarnos y luego veremos qué hacer.

-¡maldición! ¿Ahora qué? ¿Esperar a que nos coman los osos?-interviene celeste alterada.

-cálmate, saldremos de esto-asegura Damián.

-ojala-digo escéptica.

-no ayudes tanto al ánimo-agrega Rufus con sarcasmo contaminando su voz.

-cállate-contribuye Tiberio.

Del vocabulario de Tiberio la palabra que más amo que dirija a Rufus es “Cállate”. Por otro lado Damián nos hace un gesto para que lo sigamos y así lo hacemos, cuando menos si él nos guía es más seguro que no caeremos de un barranco. Tras un rato de caminata encontramos un claro en medio del espesor del bosque, la humedad del aire está mezclada con olor a plantas. Cada uno lleva su propio equipaje, que dejamos en el suelo antes de que hagamos alguna otra cosa, Damián y Rufus van a explorar el lugar mientras que el resto nos asentamos bien, Tiberio corta la leña para la fogata con un hacha que trajo, se ve muy bien mientras lo hace, celeste husmea sus cosas y yo pongo las bolsas de dormir. Desenrollo la mía y pongo las demás junto a esta en fila, procuro que Tiberio se encuentre cerca y que Rufus quede muy al final, tan lejos como pueda. Si voy a morir perdida en el bosque, no será junto a él.

-putos fósforos-dice mi amigo tratando de encender un pedazo de grama seca sin mucho éxito, lucha por que la llama no muera pero el viento no ayuda.

-¿necesitas ayuda?-pregunto mirándolo.

-me vendría bien.

Voy a su encuentro y le doy una mano, el sostiene la yesca y yo la enciendo, bloqueando la briza.

-¿crees que salgamos de aquí pronto?-rompo con el silencio.

-no sé, eso espero, porque si no encontramos la salida, yo…-se silencia.

-tu…

-empezare a desear la muerte de Rufus, maldito arrogante.

-te apoyo-el fuego se aviva y Tiberio lo lanza sobre la leña, nos quedamos estudiando con se consume y es cubierta por llamas. La luz del día cederá pronto, el cielo está muy gris hoy, anochecerá temprano.

-escucho agua cerca ¿quieres ir para conseguir agua y algo de comer?-dice levantándose y ofreciéndome su mano, la acepto y también me pongo de pie.

-suena bien-me dirijo a celeste-regresaremos más tarde-aviso, ella nos mira y asiente.

Enseguida caminamos a paso veloz hasta el arrollo cercano donde los peces se ven a simple vista, Tiberio se inclina y recoge un poco de agua en la cantimplora que lleva, me aproximo con cuidado de no caer al riachuelo.

-te cuidado, las piedras son resbalosas-dice el, abro mas las piernas en cuanto Tiberio llena mi recipiente. Si querer resbalo al poner un pie sobre una roca húmeda por lo que empujo a mi amigo quien se tambalea, antes que se moje lo atrapo del cuello de su ropa, jalo y caemos en las rocas, Tiberio casi entre mis piernas.

Al menos es preferible al agua. El chico suspira y sacude la cabeza.

-lo siento-digo apenada.

-está bien, no nos mojamos-miro al suelo y un diminuto libro está junto a su mano posada en el suelo, por curiosidad lo tomo mientras nos ponemos de pie nuevamente.

Tiberio se adecenta la ropa, limpio mi pantalón a la vez que leo el titulo del librito.

Como salir del closet sin ser aborrecido

Eso dice no puedo contener el horror al mirar a Tiberio que se pone pálido.

-¿tienes alguna cosa que confesar?-digo atónita-¿eres gay?

-¡NO! ¡Claro que no!-asegura ruborizado y poniendo los ojos enormes, niega fuertemente con la cabeza-eso es para mi hermano, el… bueno el si es gay.

Tengo una expresión indescriptible, Tiberio suspira recuperando la calma.

-qué alivio, me habías asustado-admito ofreciéndole el libro, lo acepta con una de sus bellas manos y lo guarda.

Creo que si él hubiera resultado ser gay, me hubiera suicidado, la idea es espantosa.

-lo siento, no quería alterarte.

Sacudo la cabeza.

-solo olvidemos esto-Tiberio asiente.

Regresamos y Rufus esta agitado frente al fuego, Damián alimenta las llamas y celeste, que como hace siempre está metida en su saco probablemente durmiendo. Ya es de noche, apenas quedan vestigios del día.

-¿aun no tienen un plan? Excursionista suicida-pregunto sin delicadeza mirando a mi primo que se limita a dedicarme algo de su habitual ración de “cállate” con la mirada

-solo uno, mire el mapa, como es debido-dice Damián mirando acusador a Rufus-y podríamos ir a un pueblo cercano, tardaremos un par de horas.

-procura ponerte lentes la próxima vez, tarado-expresa Tiberio despectivamente a Rufus.

Lo sujeto de la ropa y jalo suavemente.

-vamos, tomemos un bocadillo y tratemos de dormir-pido, Tiberio asiente, dejamos las cantimploras junto a las bolsas y nos sentamos en las nuestras, busco algo de comer en el bolso y le ofrezco al chico de mi bolsa de panecillos entre otros dulces.

-gracias, recuérdame no volver a salir con Rufus-pide.

-no te preocupes, ni tu ni yo lo volveremos a hacer, ya con su metida de pata es bastante.

Comemos y nos metemos bajo las bolsas pero presiento que nuestra noche será muy larga.

-eh Rufus, ¿te dije alguna vez que los lugareños le temen a las noche sin luna?-dice Damián.

Carajo.

-esto no puede ser verdad-opina Tiberio frunciendo el ceño, estamos mirándonos mutuamente.

-no, monstruos merodeadores o algo así escuche-responde.

-exacto, dicen que fantasmas de almas en pena vagan por estos lugares durante las noches sin luna, pero no son como cualquiera, estos te atormentan hasta que salgas del bosque, escuche que unos tipos entraron aquí y nunca salieron, solo se escucharon gritos terribles y al final un aullido de lobo-explica vehemente-solo encontraron su ropa.

-¿ahora dicen que fue un hombre lobo?-dice Rufus con mala cara.

-no idiota, fueron esos feos fantasmas de mierda, pero dicen que también se ven lobos medio humanos.

Ahora dudo que nuestra noche sea mucho más agradable. Trato de dormir y Tiberio también, pero no se nos hace fácil.

La luz me obliga a abrir los ojos, siento algo muy cálido, y cuando enfoco la vista descubro a Celeste mirándonos fijamente sentada a mi lado, lo cálido… bueno, acabo de notar que es Tiberio, durante algún momento de la noche el frio me empujo hacia el metiéndome en su pecho, el chico también se me pego como un chicle abrazándome como a un osito de peluche.

-perra suertuda-dice Celeste sonriendo, alzo una ceja y Tiberio empieza a despertar, se levanta y enfoca tras parpadear.

-¿puedes dejarme parar?-pregunto, aunque la verdad no quiero. El se tensa y me libera, cuando nos sentamos Rufus y Damián estudian el mapa junto a las brazas del fuego.

-Tibi, no le metas mano, seguimos aquí, solo para recordarte-dice Damián sin voltear y Tiberio con mala cara y algo rojo lo mira de reojo.

Bufo, recogemos el campamento tan pronto como podemos y regresamos al sendero, ojala no nos lleven a un barranco. Daría un ojo porque Rufus y Damián se largaran un rato para ver como es el asunto de Tiberio metiéndome manos.

Caminamos por el sendero húmedo a altas horas de la mañana, tras un rato descubrimos unas siluetas en el horizonte, trotamos alegres directo hacia allá, pero cuando llegamos nuestro espanto es indecible.

Es un pueblo fantasma, no hay un alma en las casas de madera abandonadas que vemos, de hecho el pueblecillo es muy pequeño, tanto que me sorprende que apareciera en el mapa.

-¡¿qué es esto?!-exclama Damián aterrado-en esa mierda decía que sería un pueblo visitado con frecuencia por cazadores.

Nos dispersamos lentamente viendo el lugar, parece que nadie ha estado aquí en muchos años. ¿Cómo se supone que un mapa actual se equivoque así?

-maldita sea, Damián, tienes que ver esto-llama Rufus con el mapa junto a una de las casuchas, mi hermano corre y al reunirse comprueban el mapa, Celeste, Tiberio y yo miramos el interior de una casa polvorienta, tiene una chimenea de lata, entre algunas cosas útiles, queda carbón, aceite, y algunas mantas.

-esto tiene que ser una pesadilla-advierte Damián jadeando frente al mapa, lo miramos por la ventana, horrorizados de su cara-debe ser una broma, es imposible.

-¿qué cosa?-pregunta Celeste.

-el pueblo… en el mapa a desaparecido.

-¿cómo que desapareció?-digo y Tiberio sale a reunirse con ellos, cuando ven juntos el pedazo de papel, el también se asusta.

-según el mapa, donde estamos parados, debería ser bosque profundo-dice en tono rustico y quebradizo.

Ahora si me estoy asustando, Celeste tiembla un segundo y se sienta contra la pared en estado de shock. Aprieto los labios, solo esto hacía falta, ¿qué mierda hicimos para terminar aquí? en medio del bosque.

-este mapa, es más viejo que el anterior, eso explica un poco el porqué este pueblo está abandonado-revela Damián-pero no dice el porqué algo que estaba en el, desapareció de pronto…

-mantengan la calma… tenemos que pensar…-trata de decir Rufus.

-calmarnos…-digo como si fuera algo muy, muy estúpido-¡es tu maldita culpa que ahora estemos perdidos! No eres el más acto para decirnos que nos calmemos.

-¡dame esa mierda!- exclama Tiberio al arrebatarle el papel a mi primo-Zasha, Celeste, no pretendo pasar un segundo más cerca de este engendro, ¿vienen?

Es una muy agradable oración la última.

Damián y Rufus están estupefactos, Celeste frunce el ceño y asiente, la imito y Tiberio camina hacia nosotras.

-¿entonces qué?-chilla Rufus-¿nos dejaran? Son muy niñas para ir al bosque.

Sonrió al ver la cara linda y divertida de forma siniestra que tiene Tiberio, quien voltea un momento.

-¿oh de verdad nos crees tan estúpidos? Claro que no vamos al bosque, empiecen a buscar donde dormir, nosotros no los dejaremos ir a esta cabaña-dice fríamente y camina hacia aquí. Celeste les saca la lengua.

¡Ese es mi Tiberio!

Damián aun no supera lo dicho, no tengo nada contra él, pero es incapaz de darle una lección a Rufus, pero si él no lo hace, nosotros lo haremos, sin mencionar que estará tan condenado como el tipo.

Reparamos los imperfectos de la cabaña para que no entre el viento y cerramos fuertemente las puertas y ventanas, tardamos toda la tarde en recoger leña y reparar, pero para el crepúsculo ya el lugar es perfecto, Celeste mantiene viva las llamas de la chimenea metálica y Tiberio estudia el mapa consternado, en cuanto a mi miro las reservas de comida, pronto tendremos que buscar más, algunos panes, galletas, fruta y jugos.

-¿hay alguna señal?-digo al volverme a Tiberio, el niega con la cabeza.

-el mapa no sirve, es casi seguro que los pueblos que muestra no estén ahora o desaparezcan cuando lleguemos, igual que aquí.

Celeste se calienta con el fuego relajadamente, ¿qué deberíamos hacer?

-¿y si seguimos los ríos? Los poblados siempre se asientan ahí.

-no es mala idea-expresa Celeste.

Tomamos la comida poco antes de que anochezca por completo, Celeste mira el fuego y yo me envuelvo en la sabana de la bolsa de dormir pensando que hacer, Tiberio salió a buscar algo comestible o alguna señal de civilización para volver.

-¿te gusta ese tipo verdad?-pregunta mi prima sin voltear.

-¿cómo lo sabes?-no sueno sorprendida, ella se entera mas mirando que oyendo por fortuna.

-eres muy apegada a él, además, es muy lindo.

-ya lo sé, el es muy atento, cuando menos, podemos pensar juntos como resolver esto.

Celeste duerme en una esquina cubierta por su bolsa, la temperatura baja, más y más. Empiezo a asustarme cuando veo la hora y Tiberio no ha vuelto, pasaron dos horas agobiantes. No logro calmarme y salgo mirando a todas partes esperando a que el aparezca, no imagino que algo le haya ocurrido.

Rufus y Damián, se asentaron en otra casa donde el humo sale de la chimenea y esta tan cerrada como la nuestra, jadeo y recorro el lugar, sin entrar al bosque, donde estas Tiberio… lo veo regresar a lo lejos sudando, pero es un alivio que este bien.

-¡Zasha corre!-grita, le dedico una mirada de intriga y veo detrás varias figuras transparentes, unos hombres con trajes campestres rotos y manchados de sangre… ¿fantasmas?

-¿qué mierda?-mascullo, son tres los tipos, uno se sacude y una de las rocas cercanas vuela sin razón alguna y golpea a Tiberio en un brazo, siento que el miedo me carcome, Tiberio chilla y se sostiene el brazo dolorido.

Estoy petrificada, mis piernas están frías y no responden, ni escucho los llamados de mi amigo. Los tres espectros caminan hacia el poblado a paso normal, como si tuvieran todo el día. Tiberio llega a mí y me abofetea, entonces regreso con una sacudida de cabeza.

-¡yo los distraigo, busca las cosas y a Celeste!-ordena, mierda, el se da la vuelta y corre cerca de los fantasmas o lo que sean.

Voy a toda velocidad a la cabaña e irrumpo despertando a Celeste.

-¡recoge las cosas!-exclamo agitada, la chica está desconcertada.

-¿qué pasa?-pregunta.

Un grito, ¡Damián!, me vuelvo a su cabaña y todo se sacude dentro, las cosas se caen y oigo alboroto.

-¡solo hazlo!-asiente y recoge lo suyo.

Tomo mi bolso y me lo monto en la espalda, a largas zancadas salgo de la casita y veo que hay más de esos espectros, Rufus grita y corre al bosque, no sé qué hacer, de pronto empiezo a sentirme sin aire, como si me ahorcaran, alguien me aprieta, de una sacudida logro ser libre y caigo al suelo, miro hacia atrás, no hay nadie, entro en pánico cuando uno de los fantasmas me mira y camina hacia mí. Su aspecto muerto y transparente hace que mi alma tiemble de pavor, retrocedo arrastrándome tan rápido como puedo, de pronto algo invisible me golpea en la cara, un y otra vez, con toda mi fuerza me levanto y corro a ninguna parte. A lo lejos escucho a Tiberio maldecir, por instinto corro hacia ese lugar tan pronto como pueda. Entre los arbustos y flores, salto sobre un tronco y algo me ala de la pierna lo que me hace caer contra las piedras dolorosamente.

-¡déjenme en paz! ¡Yo no les hice nada!-grito jalando mi pierna con todas mis fuerzas, entonces veo al tipo materializado, es una mujer, pero… sin ojos.

-fuera…-dice, ¡al diablo! Vuelvo a jalar y corro otra vez.

Siento mis rodillas palpitar de dolor, un dolor terrible me aqueja cuando una sombra negra pasa delante, resbalo y caigo, pero no me dejare atrapar otra vez, vuelvo a alzarme y corro, la sombra me sigue sonando la vegetación donde pasa, por acto de desorientación choco con una rama y me desmayo quedando inerte contra la grama…. Creo que morí.

Intento abrir los ojos lentamente y luces de diferentes tonos entran desenfocadas, cuando los abro bien, ¡descubro una silueta negra con enormes dientes sobre mi! doy un grito y doy un salto hacia atrás recordando el dolor que siento en mi cuerpo que me hace gemir. La cosa con grandes dientes da un gruñido.

-cálmate Zasha-pide la voz de Tiberio, me vuelvo hacia atrás y el está ahí, inclinado a mi lado, aun no puedo hacerlo, mientras esa cosa me mire.

-que… ¿qué paso?

-te desmayaste, ayer ese chico me salvo-dice señalando a la bola de pelo negro.

Bueno, lo había confundido con un coyote o un oso, pero resulto algo peor, tiene un cuerpo delgado y con aspecto humano, con brazos musculosos pero finos, torso de hombre, patas largas y con grandes garras como sus manos, una cola corta y abundante, cabeza de lobo bebe, con mandíbula ancha, ojos azules. Un hombre lobo de pelo negro, pero al verlo bien, sus facciones humanas son de niño, ósea un niño lobo.

Viste una camiseta suelta de manga corta marrón y un pantalón hasta la rodilla de color azulado, casi negro.

-el…. ¿Quién es?-pregunto vacilante.

-tengo nombre, soy Harren-responde el chico lobo secamente, quedo pasmada al ver que habla.

-te fuiste el que me dio el susto de mi vida ayer-digo indignada, el brame.

-si no hubieras corrido así, podría haber ayudado.

-bien, ¿tu quien eres?

-soy un niño lobo como notan, esos fantasmas idiotas me asustaron y me perdí, este es un lugar donde es mala idea quedarse

-¿y esos putos fantasmas de donde salieron?-interviene Tiberio.

-una ejecución pública hace unos ciento cincuenta años, ahora atormentan a los campistas.

Hago una mueca.

-¿alguna idea de donde estamos?-quiero saber.

-no, corrimos tan lejos que no se por donde vinimos, tampoco sé nada de los demás-responde en tono sombrío.

Rechino los dientes, espero que también escaparan, bueno ojala se hayan llevado a Rufus, así les perdonaría que nos asustaran.

-conozco el camino al siguiente pueblo de verdad-dice Harren y se levanta en sus patas.

-¿nos llevas?-pregunto.

-claro, pero hay que tener cuidado en la noche, esos espectros me siguen a muchas partes-argumenta arrugando su rostro.

Tiberio pone mala cara, se levanta y me ofrece la mano, con su ayuda me levanto aunque dolorida. Harren vira los ojos al bosque y se pone en guardia gruñendo con sus dientes afilados a los arbustos, parece un idiota, alzo una ceja ya que no veo nada.

-vamos, están aquí, pero no podrán hacer nada hasta el anochecer-dice y nos mira, es como de mi altura, si así es un niño… no quiero ver a un adulto.

Me pregunto si será bueno confiar en el… y además, si salimos, le daríamos la espalda al resto.

-¿qué haremos al anochecer?-expresa mi amigo a Harren.

-ir al único lugar seguro, hay una iglesia abandonada en el camino.

-tu digo, eres un hombre, niño, cachorro de hombre lobo o lo que sea, ¿podrás entrar?-señalo con vacilación, Harren se voltea a mí, con cara como si esperar que fuera una broma.

-claro que puedo, soy un licántropo, no un ser diabólico, entre eso hay una buena diferencia-explica indignado, Tiberio me codea suavemente.

Lo miro y será raro caminar con alguien con ese aspecto, Tiberio nota mi aversión y suspira.

-Harren… puedes… no sé, tener otro aspecto, escuche que los hombres lobo tenían forma humana-manifiesta, el niño brame otra vez y lo piensa.

-bien-acepta.

Entonces veo sorprendida como su forma empieza a reestructurase, no mas dientes filosos, orejas largas, garras, cola ni nada, su pelo lizo que cubría todo el cuerpo ahora se retrae y queda solo en la cabeza. Para cuando termina luce como un niño normal de unos doce años.

-¿mejor?-quiere saber, asiento.

-gracias, que considerado-alego, asiente también.

-vamos tenemos que llegar a la iglesia antes del crepúsculo-nos recuerda y se da vuelta caminando para que lo sigamos.

El camino casi es silencio total, no hablamos mucho, Harren es muy callado, Tiberio sigue preocupado por los demás y yo me siento dolorida, esos espectros para estar muertos, golpean duro.

Al menos, tenemos nuestro equipaje, sin el sí que tendríamos un grandísimo problema, tomamos el almuerzo rápidamente y seguimos el trayecto, le día pasa rápidamente y la temperatura cae a ritmo escarnecedor, tanto que me abrazo a mi misma mientras el aire frio circula y la noche se acerca, Tiberio para mi sorpresa me rodea en uno de sus brazos, es un grandioso alivio, su calor me llena de bienestar. Harren nos ve y saca la lengua como si fuera algo estúpido, como muchos niños hacen. Tiberio le sonríe.

-acostúmbrate bola de pelos, ya eres un adolescente y las hormonas te perseguirán, así que, pierde el asco al sexo opuesto pronto-le aconseja divertido.

Suelto una carcajada y Harren nos mira horrorizado de la verdad.

-no me lo imagino-dice y trota más adelante.

-en el fondo, lo sabe-afirmo.

Apego mas mi cuerpo a Tiberio, hace frio, la verdad siempre quise hacer esto, sus brazos eran my tentadores desde siempre, pero eso es opacado por un desagradable sonido de quiebre detrás de nosotros, es de noche… nos damos vuelta y tenemos a uno de los espectros aun invisible pisando las hojas, al mirar el suelo se nota cuando su peso las estruja. Me separo de Tiberio y doy un paso atrás.

Lo miro, el me regresa el gesto y en menos de un segundo ya estamos corriendo por nuestras vidas.

-¡Harren! ¡Ya vinieron!-grito, el niño se va vuelta.

-corran por el sendero, los llevara a la iglesia-pide y se transforma, profiere un aullido estremecedor-¡aquí estoy! ¡Su bola de pelos favorita!

El niño lobo despega a correr en cuatro patas por el bosque, funciona, las pisadas lo siguen ahora, ¡pero hay más de uno! Uno, tres, ¡seis! Pares de pies contra la grama, seguimos corriendo y hay demasiado viento y nada de luz.

¡La veo! Una estructura vieja, la iglesia sin duda, escucho mas pisadas, hay uno que nos sigue, Tiberio voltea y lo tomo de la mano asegurando que no correrá a otra dirección, llegamos a la puerta de la iglesia y las empujamos con todo lo que tenemos, a continuación las volvemos a cerrar dentro y las pisadas siguen de un lado al otro fuera, mi corazón desbocado me va a matar.

-Zasha… ¿estás bien?-pregunta mi amigo mientras jadeamos agotados.

-necesito un minuto… pero Harren-recuerdo asustada de que le hagan.

-¡Abran!!-grita el chico afuera en tono desesperado, nos miramos y lo hacemos tan pronto como es posible, en un pequeño espacio Harren entra resbalando y cayendo en el suelo dando una vuelta sobre su espalda. Eso de verlo duele, Tiberio hace una mueca.

-¡no puede ser!-chilla, encaro el lugar al que mira y veo una de las sillas que están orientadas al altar se mueven sacudiéndose, ¡se rompe!

-¡Harren cuidado!-grito, pero es tarde, uno de los pedazos de las patas se le clava al chico en la rodilla justo cuando se iba a levantar, esta vez cae pero sobre la otra rodilla.

El dolor prolifera en su rostro de lobo, chillando.

-que hacemos…-dice Tiberio-no vemos al espectro y ni así podríamos ayudar.

Rechino los dientes con indignación, que ¡inútiles!

Harren trata de levantarse pero su herida es espantosa.

Mas pedazos de la banca se alzan en el aire, todos filosos y peligrosos, como es obvio, vuelan como balas y se clavan al cuerpo de Harren haciendo que grite de dolor, la mayoría se le clavan en la espalda, unos en los brazos y el último en el pecho.

Harren es un nudo de chillidos y sangre, su ropa no servirá luego de esto.

-tu…-susurra mirando con odio a algo invisible, ¿que podríamos hacer?

De la nada lo vemos, la silueta traslucida de un hombre de unos sesenta años, de pelo negro pero sus arrugas y contextura robusta aunque delgada lo demuestran, bajo sus ojos hay ojeras y tiene una barba corta adornando su rostro. El tipo sonríe con maldad a Harren.

Otro trozo de madera se alza en el aire apuntando a la cabeza del chico, piensa….

-tienes el crucifijo-me recuerda, ¡claro! Me arranco del cuello el crucifijo, lo había guardado y no lo recordaba, sin pensarlo lanzo el collar de madera al fantasma que al sentirlo atravesar su cuerpo no solido se estremece y deja caer el trozo de madera, Harren odia al tipo con la mirada.

Un paso me hace voltear a la puerta y ver que hay otra silueta en ella, es un hombre, pero aunque parecido al anciano es mucho más joven, unos cuarenta. Frunce el ceño al viejo con este mirándolo y Harren queda en shock.

Ambos desaparecen, miro a Tiberio y aprovechamos el momento para cerrar las puertas, no necesitamos más de esos tipos aquí dentro.

Comprobamos a Harren y el aun sufre sus heridas, nos inclinamos a su lado para examinar los horribles daños.

-estaré bien, solo tengo que sacarme las estacas y mañana ya estaré sano-asegura. Entre Tiberio y yo le sacamos una a una las estacas de madera con un gritillo de Harren en cada una.

-¿quién era el anciano?-pregunto.

-mi abuelo-lo miramos atónitos.

-¿y el que entro?-combina Tiberio.

-mi padre.

Entrecierro los ojos, no me imaginaria a mi abuelo atacándome.

-mi abuelo siempre me odio, para el yo solo era un hijo indeseado de mi padre, en vida quiso matarme varias veces-explica Harren en tono lúgubre.

-y lo intento en la muerte también-agrego, el asiente.

Con nuestra ayuda logra recostarse en una de las bancas, lo arropamos con la sabana que traje de repuesto y dejamos que se recupere.

-¿sabes?-dice.

-¿qué?

-me gusto como dormimos hace dos días-me sonrojo aunque en la oscuridad, no se vea, por gracia divina.

-a mi también-le hago saber.

En silencio para no despertar a Harren ponemos las bolsas y nos recostamos, la iglesia es aterradora, las formas góticas parecen peligrosas.

-ven aquí-pide ofreciéndome un lugar en su hombro. Sonrió y lo acepto, está muy cómodo, sin darme cuenta ya lo tengo apretado contra mí- me ahogas.

-acostúmbrate, estas muy cómodo.

No dice nada para replicar, me apega más a sí mismo y dormimos al fin.

Harren amaneció como humano en estado excelente, es increíble lo rápido que se recupera, luego de comer unos bocadillos salimos de nuevo al camino, afuera no hay señal de fantasmas por la mañana, tras muchas horas de caminar llegamos a un poblado como prometió y al ver lo terrible que esta su ropa, aun en las afueras Tiberio le da dinero y él lo mira desconcertado.

-ve y compra ropa decente, no puedes ir por ahí en harapos-explica.

Harren sonríe y corre hacia la primera tienda que ve. Aun me pregunto qué hacer con el niño o que le paso a los demás, mi amigo me abraza por detrás mientras miro el bosque de forma gélida. Planta un beso en mi cuello estremeciéndome.

Sería perfecto, ya que siempre quise que hiciera eso, pero no lo es, puesto que veo algo moverse entre los arbustos.

-mi dios-dice Tiberio consternado al ver la silueta de Celeste salir del bosque.

Darnos su dedo de en medio y desaparecer.

Fin.

martes, 2 de agosto de 2011

Un corto cuento de fantamas uuuuub XD

saludos, hoy les traigo un relato corto, lo termine hace poco, espero que les guste, dejen un comentario que me importa mucho su opinion. protegido por safecreative. resumen:
un dia frio del 20 de diciembre, Santiago y sus amigos buscan donde refugiarse, quizas la opcion mas desesperada no sea la mejor...


Casa poseída

20 de diciembre del 2010.


Santiago aparto la vista de su revista y se asomo mas allá de la ventana para ver los vidrios empañados y la neblina fría interponerse en su visión de la carretera, era una tarde fría como apenas recordó alguna vez, tan fría que debía estar a pocos grados antes del bajo cero. Dejo la revista a un lado y usando su mano enguantada en negro limpio el cristal de la humedad, de ese modo pudo ver el exterior con mayor claridad.

-esto tiene que ser una broma-declaro Jimmy con un movimiento de molestia de su brazo.

Santiago solo en el vehículo podía ver a sus cuatro amigos discutiendo fuera, al otro lado de la carretera, parados en la acera frente al hotel.

-es todo, lo toman o se van-dijo el hombre que los atendía.

-es una pocilga-opino Verónica indignada-es demasiado caro, nadie pagaría tanto para pasar la noche en un cuarto con corrientes frías, mantas más delgadas que un papel y pésima iluminación a casi temperatura congelante.

-pues buena suerte en encontrar algo mejor-les deseo el hombre.

-y tu ten suerte en buscar clientes estúpidos-dijo Edwin con una mirada tajante.

-vámonos chicos, no vale el tiempo-ordeno Judit regresando al auto seguida de sus amigos.

Santiago pensó que seguramente terminarían durmiendo en la calle a ese paso, era el cuarto hotel que visitaban y no parecía haber mucha esperanza, Judit resoplo rodeando el transporte abriendo la puerta ruidosamente y metiéndose junto a Santiago seguida de Edwin quien cerró la puerta con un fuerte golpe. En los asientos delanteros Verónica y Jimmy entraron, la chica condujo y su amigo tomo el asiento de copiloto.

-que mierda-señalo Santiago y volvió a su lectura.

Judit se cruzo de brazos exhalando aire frio. Era una chica de veinte años como los demás, morena ligeramente, ojos verde claro, cabello corto color bronce con un llamativo corte hasta los hombros rebosante de estilo. Edwin se apoyo en la puerta de su lado y cerró los ojos relajadamente con aspecto aletargado.

El hombre era de mediana estatura y cuerpo delgado, aerodinámico por su amor al básquet, tez blanca, cabello rizado rubio deslumbrante como el sol corto pero con risos sobre sus ojos marrón suave, labios arqueados sin color por la gélida temperatura. Santiago pensaba que Verónica y Jimmy sin duda eran hermanos, su parentesco era indudable. La mujer tenía en común sus cabellos negros con su hermano, la piel levemente bronceada también, pero sus ojos variaban, ella los tenia oscuros, y el amarillentos como un gato.

Jimmy arranco el auto y siguió por la calle sin alcanzar los 40 km por hora, a la espera de ver algún hotel que los salvara. Santiago se vio reflejado en el vidrio y quiso estar en un lugar más cálido y que no le hiciera entumecer los dedos. Sus ojos centelleaban azules como el cielo despejado, en contraste con su neutra piel, facciones delgadas y cejas finas. Un mechón rojizo se le escapo del peinado y el hombre lo aparto en un intento por leer farándula en la revista, le gustaba estar al tanto con las estrellas de cine y las primicias que siempre surcaban los medios. Ello era extraño en chicos, pero eso le hacía considerarse especial y diferente.

Lamio su labio inferior seco y frio al ver una imagen de Miley Cyrus vestida para un concierto, se quedo admirando la página largo rato adorando cada centímetro de la estrella musical.

-deja la perversión Santiago-pidió Judit-tu mirada es incómoda.

-deja la envidia, ya quisieras ser como ella.

-ya quisieras tener dinero para pasar una noche con ella.

Santiago se rio con malicia y cerro la revista para ver a la chica de frente.

-no creo que necesite pagarle, mírame, soy un bombón, seguro que querría-dijo Santiago con una fugaz sonrisa.

-narcisista-lo acuso ella con la mirada virada.

-ya quisieras conmigo-insinuó y le guiño el ojo.

Judit hizo un mohín y se recostó mirando a Edwin. Santiago se sintió satisfecho al ver que no se atrevía a negarlo, ella nunca lo aceptaba pero el sabia que ella se sentía atraída, por veces en que la atrapo mirándolo y comentarios de Edwin y Jimmy sombre ella. Había pasado sus estudios universitarios casi en su totalidad pasando tiempo con Judit, en un internado, se veían constantemente y de vez en cuando estudiaban juntos.

De hecho así era con todos los que estaban en el carro, eran sus compañeros estudiantes, que habían salido a pasar la navidad de vacaciones.

Por cuestiones familiares de la muerte de su abuelo, sus padres estaban ocupados en otro estado con el funeral, así que Santiago no pensaba pasar la navidad solo en la universidad, Jimmy y Verónica planeaban el viaje, Edwin tuvo que cancelar sus anteriores planes por una tormenta que le impedía llegar a su casa, Judit decidió unirse debido a una pelea con su madre, así que ella les dio la espalda en las festividades y opto por ir con sus amigos.

Pero las cosas no pintaban demasiado bien, la temperatura empeoraba y aun no tenían donde quedarse. El pueblo era relativamente pequeño y no tenían ni idea de donde pasar la noche, la otra opción era pasarla en el auto, cosa que no sería agradable. Recorrieron largos tramos hasta que entre los últimos rayos del sol, se detuvieron en una gasolinera para abastecerse y comer algo.

Jimmy se ocupaba de darle gasolina al vehículo, mientras que el resto entro al local cercano, tomaron asiento en las mesas metálicas y repletas de vestigios de las últimas personas que comieron: vasos usados y platos sucios. Verónica se irrito y con un movimiento veloz lanzo al suelo todos los platos y vasos repugnantes de la mesa.

-siempre tan dramática-señalo Santiago cruzando los brazos en la mesa.

Judit sonrío disimuladamente y Edwin también, solo que el casi nunca parecía concentrado en algo, siempre tenía la mirada puesta en otra parte, en el vacío o en el horizonte, daba la impresión de ser una estatua que respiraba, Santiago pensó que quizás eso pusiera nerviosas a las chicas y por ello a pesar de lo sexi que era no tenia novia.

-odio estos lugares de mierda-se quejo Verónica tomando asiento-siempre están asquerosos.

Edwin entro en si otra vez y con una mano llamo a un mesero.

-una hamburguesa con todo menos pepinos-pidió y viro los ojos hacia el resto-¿alguien?

-lo mismo y una coca-cola-dijo Santiago posando su rostro en un puño mientras contemplaba a Jimmy aproximarse a ellos desde la puerta.

-un yogurt-pidió este al pararse detrás de Judit.

Ella quiso un helado de chocolate y Verónica otra hamburguesa.

-disculpe-dijo Judit al mesero cuando dejo las ordenes en sus mensas-¿conoce algún lugar en el que podamos quedarnos? No encontramos hotel.

El tipo frunció los labios y su voz fue vacilante.

-un sujeto tiene una casa para alquilar, pero nadie se queda nunca-dijo-dicen que cosas raras suceden dentro.

-creo que es nuestra esperanza-dijo Jimmy.

Santiago no era fanático de casas viejas, siempre le habían puesto nervioso y las películas de fantasmas privado del sueño, el apretó los labios pero no dijo nada, solo se dijo que si era una noche viviría.

-estamos interesados-señalo Verónica aunque no se veía entusiasta.

Santiago se dijo que esto lo lamentaría…. Luego de aquello el grupo partió hacia la casa según las indicaciones del mesero, era de noche y el frio se volvía cada vez más abrazador.

-bonita casita, bonita casita-canto Edwin con tono neutro lo que asustaba-y muy viejita…. Muy bonita donde los fantasmas nos atraparan… no lo abras, no lo abras, no lo abras, no abras el armario que un payaso, te sorprenderá….

Santiago se apretaba los oídos con los guantes, con la mente enloquecida, Judit tenía un tip en el ojo derecho de la irritación….

-maldita sea cállate-pidió Judit con un jadeo.

Edwin se silencio finalmente, eso le causo a Santiago un extraordinario alivio, finalmente llegaron al destino, una casa de madera vieja, de dos plantas y lo bastante grande para todos, la noche finalmente se consumo y el frio reino. Todos bajaron del auto y miraron un momento la casa.

-no esta tan mal-dijo Santiago.

-aun falta el interior-señalo Verónica frunciendo el ceño.

-crucen los dedos-pidio Jimmy con los labios comprimidos.

Unos pasos lo obligaron a mirar a su derecha, encontrando a una mujer joven que los estudio detenidamente por un momento, traía una bolsa de panes y abrigo grueso.

-¿qué quieren? Es algo tarde-dijo ella.

-pensábamos si nos podían alquilar la casa por unos días-respondió Verónica.

Ella repentinamente se alegro, a Santiago la casa si bien lucia normal, no mucha tranquilidad, aunque podría ser aun peor, se imagino en una horrenda casa ruidosa con paredes estrepitosas, ventanas temibles y arboles de formas macabras parecidas a garras u ojos… una vez que tuvo esa idea pudo ver el lado positivo.

-perfecto, mi padre se las alquilara-dijo la mujer sonriendo-¿cuánto tiempo?

-cinco días-dijo Edwin secamente-nos iremos enseguida.

Eso declaro ante todos que a Edwin tampoco le gustaba, aunque fuera el que menos lo aparentara.

-bueno, pueden entrar ahora mismo-dijo la chica y saco rápidamente unas llaves de sus bolsillos que entrego a Jimmy.

Este asintió y Judit vio suspicaz a la tipa.

-¿no será una pocilga verdad?-inquirió.

-tranquilos, está en buen estado-aseguro alejándose despidiendo a los jóvenes con una mano.

Ellos la vieron alejarse y entrar a una casa poco más adelante.

-pues, vamos-alentó Santiago.

El sonido de la puerta le hizo erizar el pelo de la nuca, más que el frio, dentro todo era insoportablemente oscuro, olía a viejo y mucho polvo. Entraron sin decir palabra, Edwin estuvo en la retaguardia mientras que Judit los encabezo llegando a una oscura sala con alfombra roja y varios sofás, con una larga escalera antigua, quizás de la era victoriana, pensó Santiago. Pero ese no era el punto, la luz encendió y le arranco un grito a Verónica, todos se volvieron a la entrada para vislumbrar a Jimmy que subió el encendedor y los miraba sonriendo levemente.

-avisa, que eso casi me mata-lo regaño Santiago con una mano en su corazón desbocado.

-lo siento, era aterrador.

-que la luz se prenda de pronto también es aterrador-replico Judit tirándose en un sofá.

Se encogió de hombros y los alcanzo.

-vamos dividámonos, tenemos que recorrer esta casa-pidió Verónica.

Santiago sintió como si lo abofetearan, apretó los dientes, la casa estaba oscura en el resto y recorrerla solo no le parecía bonito.

-si les tiran las patas, griten-dijo Jimmy al ir por un pasillo.

-mierda-se quejo Judit.

Así pues, todos tomaron sus rumbos por la casa, Santiago subió las rechinantes escaleras hacia las sombras llenas de telarañas. Aunque su instinto le gritaba que hiciera lo contrario, no pretendía rebajarse ante el resto y lo tacharan de cobarde. Recorrió el pasillo del segundo piso viendo el suelo mugriento y que sin duda, podría ser el habitad idóneo para murciélagos, no le hubiera sorprendido que alguno surgiera de las sombras para darle un soberano susto.

-¡Santiago! ¿No has visto ningún murciélago verdad?-inquirió Jimmy desde algún lugar.

-no….

-¡ah!-exclamo Verónica sonoramente, se oyeron pasos apurados y una caída, seguida por chillidos de… ¿mapaches?-maldita alimaña.

-¿estás bien?-pregunto Santiago sin dejar de ver a la oscuridad dando pasos cautelosos.

-sí, solo que esta casa no me agrada, es tan aterradora que Dracula podría salir en cualquier momento y dejarnos secos.

-eso quisieras-dijo Judit subiendo escaleras también.

Santiago no le temía a las historias de vampiros y nada de eso, pero si a la de gente que era empujada de las escaleras por alguien invisible, dejándolo atónito, asustado y sin poder darle una explicación a aquello. El hombre reviso cuartos tras cuartos, todos oscuros con camas viejas metálicas, baúles victorianos y alguno que otro armario. El se vio ante las escaleras al ático y fue cuando su valor cayó hasta sus pies, no era un idiota para atreverse solo. Volvió por el pasillo sintiendo el frio agotador y su aliento helado. Pasando por donde vino, miro muchos cuadros viejos, uno de una mujer, pero no tenía cara, era solo un agujero quemado, lo que le puso los pelos de punta.

Oyó algo, un sonido de bisagras viejas moviéndose. Su caminata paró en seco y se dio un segundo para oír, el cuarto más adelante tenia la puerta abierta, Santiago se pensó si seguir caminando o correr desbocado hacia la salida.

-ah…. ¿Hola?-dijo dando un paso, su sudor lo estaba despojando de calor- ¿Hay alguien? Si es así, sal, esto no es divertido.

Tomo todo el valor que pudo y se asomo, no vio nada en la habitación fuera de lo normal, hasta que una cara apareció ante el sacándole un humillante grito mientras dio un salto hacia atrás. Santiago se sintió estúpido al darse cuanta que solo era Edwin con su mirada seria, no sabía si esto era un chiste u otra cosa, por lo que sabía de la expresividad del rubio, podría estarse burlando de él en ese momento, sin mostrar nada en su cara.

-¿de dónde saliste?-pregunto recuperando la calma.

-de un armario tarado-se burlo, eso lo confirmo, si estaba divirtiéndose por el susto de Santiago-eres una gallina.

-ve a mamar-se defendió Santiago cruzando los brazos y mirando en otra dirección-eso fue demasiado.

-hey hombre-llamo Judit divertida desde el final del pasillo, donde la luz del primer piso alumbraba-me asombran tus poderes de matrix.

Santiago frunció el ceño, Judit imito su sorpresivo salto y dio una demostración de su cara de miedo, pero rompió a reír al acabar.

-perra-dijo el pelirrojo. A ella poco le importo y fue en la dirección opuesta aun carcajeando.

Santiago la llamo maldita puta mil veces en su mente antes de bajar al primer piso acompañado de Edwin, tan silencioso que era difícil reparar en el, podría haber sido confundido con una sombra.

-bien, la casa es aterradora pero viviremos-dijo Jimmy volviendo de la cocina.

Todos estaban reunidos en la sala, sentados, a excepción de Verónica que no parecía dispuesta sentarse en los sofás debido a lo mugrientos que lucían.

-no se ustedes-repuso Santiago-pero yo no voy a subir al ático solo.

Todos lo miraron perplejos.

-¿tienes miedo?-inquirió Verónica.

-le tengo miedo a los callejones, a los payasos, al futbol americano y a ti cuando te recuerdan el gran trasero que tienes, así que no es raro que le tema a un maldito ático lleno de ratas, polvo y posiblemente cosas que no quiero saber-se defendió bajando el último escalón, Edwin lo miraba desde atrás como si le diera la razón.

Jimmy se encogió de hombros.

-es razonable-estuvo de acuerdo. Verónica puso ojos en blanco fastidiada.

Todos se dispersaron para acomodar el equipaje en sus lugares respectivos según la habitación elegida, Santiago escogió la más lejana al ático, Judit paso junto a su puerta intrigada de porque estaba guardando una daga bajo su almohada.

-¿ahora eres un maniático paranoico?-dijo ella entrando.

-solo es precaución mujer-contesto el chico sacudiendo bien las sabanas, les costó trabajo pero la calefacción pudo volver de los muertos para evitar que se congelaran.

-como quieras, goza la noche-le dijo ella y se fue.

Santiago trato de dormir calmadamente, pero aun con la calefacción no podía dejar de sentir frio, tan profundo que se coló hasta sus huesos. Se retorcía en las sabanas luchando contra el impulso de correr hacia la habitación de alguno de los demás y abrazarlo para tomar algo de calor para sí. Se planteo correr hacia la habitación de Judit y pegarse a ella, aunque fuera una perra que le encantaba dar oraciones punzantes como mordiscos muchas veces, en el fondo ella sentía atracción por él, y Santiago lo sabía, sabía que si iba, era muy probable que no dijera que no.

Abrió los ojos a la oscuridad y lo pensó mirando la puerta, pero se negó a ceder fácilmente y volvió a cubrirse la cara con la sabana, pero no estaba seguro de cuánto podría soportar así. Escuchando murmullos de las sombras, el sonido del viento… y de voces lejanas, aunque tardo un largo tiempo pudo quedar dormido.

Al día siguiente Jimmy y Edwin salieron a comprar comida, Judit, Verónica y Santiago se encargaron de limpiar el polvo, el pelirrojo limpio bajo el cielo nublado las hojas que quedaban debido al frio, sobre el jardín amplio, vio a la mujer que les dio las llaves caminar y cotillear con un anciano mirando a Santiago, el curioso los veía de reojo, con disimulo mientras rastrillaba. Esa tipa le daba mala espina, no quería ni mirarla, no sabía si era paranoia o intuición. Lo real era que no podía estar bajo el peso de su mirada mucho tiempo, se apresuro en acabar y volvió dentro de un portazo.

-¡¿qué carajo te pasa?!-pregunto Judit irritada limpiando los muebles.

-aborrezco a esa mujer-fue lo que dijo el hombre sin parar la marcha directo a su habitación-termine-agrego tirándole el restrillo a Verónica que yacía en el último escalón.

Esta no protesto y lo vio seguir de largo. Judit viro los ojos de vuelta a su tarea tratando de hacer caso omiso a lo ocurrido.

Santiago no sabía porque, pero no podía respirar tranquilo en la casa, pero se propuso enfrentar el absurdo miedo, y fue vacilante hacia el ático con pasos de hurtadilla, subió las escaleras y abrió la trampilla viendo cientos de cosas apiladas en mugre, debían llevar ahí décadas sin ser movidas, Santiago se trago el miedo y recorrió el sitio, hurgo en la montaña de objetos, encontrando vestidos de eras pasadas, baúles, zapatos, papeles antiguos e incluso una brújula del siglo XVII guardada en una caja protegida, tan bien que estaba perfecta, se veía todo, las letras y las flechas se movían sin problema.

Santiago sonrío ante el hallazgo, supo que se vendería por mucho, o si no sería un hermoso adorno y recuerdo. Repentinamente sintió un goteo, el chico alzo la mirada y vio que algo negro goteaba del techo, eso le dio un ataque de terror, pero en lugar de correr, se acerco hacia el líquido que cayó al suelo, curioso, como un niño, paso su dedo en el mejunje negro, lo olio y su boca se torno seca, el corazón del hombre martillo mientras se limpiaba desesperadamente con el suelo y volvía a estar de pie dando pasos hacia atrás. Tenía el olor inconfundible de la sangre. ¡¿Sangre negra?! Santiago se contuvo de gritar y corrió hacia abajo otra vez apretando contra su pecho la brújula.

En el camino choco con Judit quien realmente parecía asombrada por el semblante aterrado de Santiago.

-¿ahora qué?

-del techo… sangre negra-tartamudeo-no es broma, del techo callo sangre negra.

La mujer adopto un gesto que indicaba su escepticismo.

-¿no tragaste mucho polvo?

-¡no estoy jugando!-exclamo-es verdad, no podemos quedarnos, ¡no subas al ático!

Repentinamente parecía más atemorizado, apretaba la brújula atrayendo la mirada de Judit.

-¿qué es eso?

-una brújula pero no es el punto, tenemos que largarnos.

-¿y donde sugieres que vayamos?

-¡al culo de tu madre pero lejos de aquí!

Verónica llego detrás de Judit alarmada.

-¿es que enloqueciste?-pregunto.

-cállate, no, es cierto, espera y lo veras.

Se mordió el labio y salió disparado a su habitación.

Santiago se sentía frustrado, no podía irse, ni un hotel de mierda lo aceptaría, su capital era grupal y el no podía disponer de él para irse solo, estuvo arrodillado en su cama mirando la brújula y jugando con sus manecillas moviéndolas de un lado al otro mientras el tiempo pasaba sin que el chico reparara en ello, Jimmy paso la puerta y junto a Edwin parecían preocupados.

-¿estás bien? Las chicas nos dijeron…-iba a decir Jimmy.

-¿te parezco bien?-exigió Santiago sin mirarlos.

-sinceramente no-dijo Edwin dando un paso al frente-pero supera tu miedo a las casas, eso te está haciendo ver cosas.

-vete a la mierda, estoy encabronado así que déjenme si vienen a acusarme de loco-pidió tirándoles una almohada, Jimmy la esquivo.

-pe…

-¡¡largo!!-grito y se levanto amenazante.

Entonces abandonaron el cuarto en un instante, Santiago desinflo su ira y recostó la cabeza en la almohada, le dolía y oía risas infernales a su oído, como a través de una concha marina. Ese día comió en la cama sin salir salvo para bañarse. Al anochecer era peor, sentía como si unos ojos en la oscuridad lo miraran burlones, gozando su tormento…. Apenas durmió, bolsas aparecieron rápidamente bajo sus ojos, el no sabía si era más insoportable el viento o la sensación de ser vigilado.

En la mañana todo era más normal, los chicos se divertían bromeando abajo, riendo y bebiendo, pero Santiago no podía ni bajar la guardia, hasta su sombra era motivo de sospecha, bajo en busca de un pastelillo y Judit lo miro preocupada cuando entro a la cocina.

-Santiago deberías tomar un calmante, te vez…-dijo ella.

-¿espantoso? ¿Demente? ¿Sonámbulo? Es verdad-admitió triste-parezco un espanto que saldría una noche…. O un enfermo de insomnio fatal.

Se trago en pastelillo de dos mordiscos.

-pues si…

-voy a la cama otra vez-dijo él y se fue de vuelta dejando a la chica con la palabra en la boca.

Esa noche, aunque los demás trataban de calmarlo, era imposible, no lo lograba, pensó que debía tener el cuerpo deshidratado por eso no dormía, así que bajo las escaleras en las sombras, pero cuando llego a la mitad, oyo algo raro, a alguien caminar. Paró en seco.

-¿Judit?-inquirió. Se dio la vuelta y sintió algo arrojarlo al aire.

El grito de Santiago despertó a todos en la casa y corrieron desde sus habitaciones a todo vigor hasta el principio de los escalones, solo para notar que Santiago estaba en el suelo, intentando levantarse mientras su cuerpo se negaba.

-¡maldición!-grito el chico al ponerse de rodillas.

-¡Santiago!-corearon, Judit y Edwin lo ayudaron a parar, no tenía nada roto, por fortuna cayo de pocos escalones, pero su frente sangraba.

-¿qué diablos?-dijo Jimmy y Verónica solo tenía las manos en su boca aterrada.

-¡déjenme!-grito Santiago apartando a sus amigos manoteando, se paro solo y trato de correr lejos de la sala, Edwin lo atrapo en medio camino sujetándolo del pecho, cayeron juntos mientras el pelirrojo luchaba por libertad.

-¿a dónde vas?-pidió Jimmy llegando al primer piso con su hermana.

-¡a donde sea menos aquí!-grito.

Judit horrorizada con ayuda de Edwin regresó a Santiago arrastrando a su habitación donde lo dejaron y cerraron la puerta bajo llave. Con miedo a lo que pudiera hacer. Todo estaba fuera de control, eso lo sabia el chico, golpeo la puerta y grito monstruosidades, dijo que Judit era una perra, maldijo a Edwin, insulto a Jimmy y a Verónica diciéndoles que cuando saliera le daría por culo a la chica y le cortaría la verga a Jimmy con un cuchillo de carnicero para echarle sal, si no lo dejaban ir. Se rindió tras mucho tiempo y se tiro a la cama atormentado.

El día próximo se calmo y todos estaban preocupados, se forzó por salir, en un intento por ignorar todo lo ocurrido, lo que era imposible, prepararon la comida y todos disfrutaron la estancia, solo Santiago permanecía en silencio… nadie esperaba lo que pronto pasaría.

Jimmy fue sorprendido por sombras extrañas en pleno día mientras se bañaba, grito y salió desnudo dejando a todos boquiabiertos, ahora no era solo Santiago Jimmy dijo que no debía quedarse más del 25 de diciembre. Durante la noche Santiago siguió sintiéndose atrapado y frio, su cuerpo estaba asediado por la brisa helada, no lo podía soportar. Se rindió y opto por tomar un rumbo distinto, salió de su cuarto, a hurtadillas y se coló a la habitación de Judit que dormía plácidamente viendo hacia la pared.

Santiago la contemplo parado junto a la cama, sintiendo repentinamente ganas de realmente estar ahí, no solo eso, quería tocarla, quería que le diera calor a su fría piel pálida. Tomo aire y se metió en la sabana, la rodeo en uno de sus brazos y su rostro entro en contacto con la piel y el cabello de la mujer, sintió un alivio celestial, el calor lo invadió y cerró los ojos.

Tiempo más tarde, percibió que ella se movía mucho, sin aviso le dio un codazo y se aparto precipitada dando la espalda contra la pared, Santiago confundido la encaro dolorido, distinguió su acelerada respiración y su miedo. Era comprensible.

-que haces aquí…-pregunto ella con un hilo de voz.

-tengo frio-fue lo que dijo Santiago tragando saliva y dándose cuenta que volvía a sentirse realmente helado y frustrado.

Ella no dijo nada, el pelirrojo gateo hacia Judit, como una flor en busca de luz. Trato de huir pero él la atrapo antes y la sometió contra la cama desesperadamente. Iba a gritar, pero Santiago fue más rápido y le cubrió la boca primero, la obligo a mirarlo para silenciarla con un beso. Trato de resistir pero termino dejándose. Su cuerpo se relajo.

El hombre vio la oportunidad y comenzó a tocarla, su calor alivio sus manos heladas. Judit se estremeció cuando Santiago se aparto y le recorrió el cuello con la nariz y entrelazaba las piernas de ella con las suyas como enredaderas. Luego simplemente lo dejo hacer sin quejarse, no volvió a sentir las miradas esa noche, ya que su atención estaba en Judit. Quien termino por tocarlo también….

El amanecer fue mucho más relajante, se levanto y se vistió dejando a Judit en la cama entrelazada con las sabanas, durmiendo pesada. Santiago la miro sonriendo antes de volver a su habitación antes de que alguien lo viera.

El día fue relativamente normal, vieron películas, Santiago nunca dijo nada referente a lo que ocurrió el día anterior, aunque podía recordarlo muy bien. Judit guardo silencio, pero seguía mirándolo por el rabillo del ojo. Verónica fue la siguiente víctima, que corrió a lo loco luego de ver una imagen borrosa en el espejo. Acabando con las especulaciones de locura en torno a Santiago. Quien ansiaba el momento de largarse.

En la noche, miraban la tele y Jimmy estaba fastidiado cambiando canales.

-¿es que no hay más películas que no sea la misma mierda de Santa Claus? ¿O la misma idiotez de Jesús y el estúpido pesebre?-dijo irritado.

-me temo que no, sabes cómo son las festividades religiosas-le recordó Judit al pie de su cama.

-por eso soy ateo-se quejo con ojos en blanco.

-¿y los fantasmas?-pregunto Santiago.

-eso es otra cuestión.

El 24 fue un buen día, comieron juntos en la mesa y se compraron regalos que se dieron mutuamente, fue un sorteo, se pasaron suéteres, relojes, condones… y de más. Aun Santiago no tocaba tema sobre el sexo… no quería despertar la ira de Judit si lo hacía. La madrugada del 25 las cosas eran como se esperaban, Santiago aun tenia terror y estaba frio, así que volvió a buscar a Judit, esta vez cuando trato de subir a su cama ella se volteo repentinamente, Santiago dio un salto, la mujer lo miraba seria.

-que…

-sabes a lo que vengo-interrumpió.

-no va a pasar otra vez-repuso ella.

-vine para dormir, si duermo en mi cuarto solo estaré aterrorizado toda la noche-confeso, la chica alzo una ceja-déjame dormir aquí,

-¿por qué hiciste eso?

-¿qué?

-besarme y…. ya sabes…-no lo miro mientras hablaba.

-porque tenía frio y…. bueno, no pude evitarlo-admitió, agradeció que su rubor no se viera.

-¿es que juegas conmigo?-pregunto ella indignada.

-no, admito que me gustas… solo déjame quedarme-rogo arrodillándose en la cama pidiendo con las manos juntas.

Lo considero, pero algo los distrajo, el desgarrado grito de Verónica venir del pasillo. Se volvieron a la puerta entonces.

-eso esperara-dijo Judit levantándose.

Santiago sentía que su cuerpo deseaba escapar, pero no podía, corrieron al pasillo y vieron una sombra negra, tan alta que rosaba el techo, como un sujeto vestido de túnica, Santiago supo quien era... el que lo vigilaba… Judit gimió de temor, Santiago le tomo la mano y salieron en carrera.

-¡corran, salgan!-llamo mientras daba saltos en las escaleras, podía saber que la cosa seguía detrás aunque no la viera. Oyeron a sus amigos correr por todas partes, Judit tenía una llave de repuesto detrás de la entrada así que aunque apresurados pudieron abrirla, Santiago miraba a la cosa bajar las escaleras con ademan aterrador. La puerta cedió y ambos corrieron hacia la fría noche directo a las luces, sin molestarse por el hecho que usaban ropa de dormir.

No hablaron, pero podían oír a sus amigos correr, gritar y escapar, uno de ellos alto de una ventana y corrió a alguna parte. Judit y Santiago llegaron a la acera temblando y vieron a lo lejos un camión de carga. Le hicieron señas y este se detuvo.

-¡sáquennos de aquí! ¡Esa casa es una mierda!-dijo Judit temblando.

-¡lo sabia! Me debes dinero, sabía que no pasarían del 25-le reclamo el conductor al copiloto que resoplo.

-¡abordo!-pidió este.

Se subieron detrás y sus amigos llegaron pocos momentos después, igual de impactados subieron y arrancaron a algún lado.

-a cualquier hotel estúpido-pidió Santiago haciendo calor frotando sus manos.

-¿tienes frio guapo?-pregunto alguien a su lado.

-claro…-se volvió y vio la cara de la mujer que les entrego las llaves, Santiago profirió un grito.

-mierda-corearon Jimmy y Verónica, Edwin estaba pálido. Judit se desmayo sobre Santiago sorprendiéndolo aun más.

La mujer sonrío, se levanto y salto del camión desapareciendo.

Fin